La inexistencia de protocolos de actuación es entendible ante fenómenos imprevistos. No se puede explicar, no obstante, que todavía no haya un criterio común a la hora de afrontar un hecho presente en nuestro día a día desde el origen mismo del ser humano: que unos padres pierdan a su hijo antes de que nazca, que lo haga sin vida o que muera en las horas posteriores al parto. La SEGO indica que hay hasta un 20% de probabilidades de que una mujer sufra un aborto natural.

Sin embargo, no existe un protocolo a nivel estatal que garantice la atención psicológica de los progenitores ante la denominada muerte perinatal. En muchos casos, son el ginecólogo que realiza la ecografía o la matrona que asiste en el alumbramiento los encargados de hacer de psicólogos. Y, a veces, aunque tienen buena voluntad, sus palabras no son las indicadas.

Las mujeres que han perdido a sus bebés coinciden en que frases como "eres joven" o "podrás tener más hijos" no ayudan. Resulta frívolo pensar en el futuro cuando tu presente acaba de derrumbarse. Es necesario pasar, primero, por un periodo de aceptación, de duelo, y eso requiere de un profesional de la salud mental.

Hay varios hospitales que cuentan con un departamento específico de psicología o psiquiatría perinatal, pero carecemos de una norma que ayude a instaurarlo en todos. Y es que aquí es capital destacar la especialización porque ¿debe tratarse como ansiedad o depresión la pérdida de un bebé? No lo creo. Lo que se siente cuando esperas la vida y te topas con la muerte debe ser muy diferente.

También hay que hablar de la desprotección en el ámbito laboral. Una madre solo tiene derecho a la baja si muere su hijo una vez cumplidos los 180 días de gestación: 16 semanas de "permiso por maternidad". Así se recoge en el Estatuto de los Trabajadores. No es una tontería. Es importante el vocabulario escogido para redactar las normas. Imaginaos a esa mujer, sumida en un profundo dolor, firmando un papel en el que se confirma la tramitación de su "baja por maternidad", con todo lo que la palabra significa.

Más desprotegida aún está la persona no gestante. En su caso, no tiene derecho a ningún permiso y muchas veces es infravalorada cuando la realidad es que se enfrenta a la pérdida de su bebé y la vulnerabilidad de su pareja. Irene Montero anunció hace unos meses que la nueva ley del aborto reconocería por primera vez el término "duelo perinatal", pero, ¿de qué forma? Y, sobre todo: ¿debe algo tan elemental estar incluido en una ley que está provocando desavenencias incluso en el propio Gobierno?

La ministra de Igualdad prometió que el pasado diciembre tendríamos borrador de la norma. Seguimos esperándolo.

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