Alto y claroMiki&DuarteSine die

José Antonio Carrizosa Ismael Yebra

Más que suerte'Illo', que viene Illa

Pedro Sánchez tiene cada vez un terreno más ancho en el que jugar y menos rivales que lo puedan inquietarLos candidatos con voz propia y pensamiento discordante son inmediatamente orillados

Apedro Sánchez la jugada catalana le ha salido redonda, nunca mejor dicho. Habrá que ir pensando que el inquilino de la Moncloa es algo más que un político con buena suerte y sentido de la oportunidad. Ha demostrado, además, un especial instinto para salir airoso de empeños difíciles y ponérselo imposible a sus adversarios. De su habilidad para colocar la bala donde pone el ojo y llegar hasta el final pueden dar certero testimonio figuras como Mariano Rajoy o Susana Díaz, que no eran precisamente dos chisgarabís recién llegados a la política y faltos de colmillo. A la líder socialista de Andalucía todavía le queda apurar las últimas gotas del cáliz, pero todo se prepara ya para que así sea a no mucho tardar.

El resultado de las elecciones catalanas del pasado domingo ha demostrado que Sánchez estuvo fino en el desembarco del ministro Illa. Acertó él y nos equivocamos los que pensamos que el ministro de Sanidad, más allá de demostrar que es un señor muy educado, había exhibido una absoluta incompetencia en gestionar la terrible pandemia que ha puesto España patas arriba y que eso estigmatizaba su futuro político. Todo lo contrario: el talante basta y sobra, y el talento no cotiza en la política española.

Cataluña refuerza todavía más a Pedro Sánchez porque ha sido el escenario en el que se ha dibujado un futuro aterrador para el centro y la derecha moderada. Vox se ha merendado a un PP en horas bajas, que tiene un claro problema de liderazgo y de proyecto, y a un Ciudadanos que ha cometido tantos errores que ya es una fuerza socialmente amortizada. De este pulso sale fuerte el populismo radical de los cachorros de Abascal. Pero sale todavía más fuerte un presidente del Gobierno que cada vez va a tener un terreno de juego más ancho en el que jugar y en el que no va a tener rivales que le inquieten más allá de la oposición interna en su propio Gobierno.

¿Y cuál será el próximo objetivo? Podemos apostar que la vista se pondrá ahora en el partido y que pronto le va a tocar el turno a Andalucía. La región es una pieza clave para consolidar una legislatura más en el Gobierno de España y las cosas por aquí no van bien para la marca PSOE ni para Susana Díaz. Lo dos primeros años de travesía del desierto en la oposición no parece que los haya puesto en disposición de asaltar el Palacio de San Telmo. Todo apunta a que la operación Illa va a tener un segundo capítulo. La maquinaria ya se ha puesto en marcha.

CON el riesgo de que mi amigo Antonio Narbona, catedrático de Lengua y promotor del Foro de Habla Andaluza que acaba de iniciar su andadura de la mano de Canal Sur Radio, me llame la atención o la incluya dentro de las expresiones peculiares de nuestra tierra, recurro a esa característica tan propia de los andaluces que es la reducción del lenguaje a lo mínimo necesario para entenderse. Esa característica tan nuestra de la economía de sílabas, a veces llega incluso al cincuenta por ciento, como es el caso del tó pa ná, expresión suficiente para entendernos, en tanto un castellano parlante sobrio y austero necesitaría multiplicarla por dos y, poniendo cara de transcendencia y solemnidad, diría todo para nada.

Siguiendo la regla reduccionista del lenguaje, solemos decir quillo, por chiquillo, aunque también se suele utilizar el recurso de niño, llamando así a todo un señor con el que tengamos una cierta confianza y amistad, a pesar de que haya pasado de los setenta años. Pero la capacidad reduccionista no tiene límites y muchos jóvenes se limitan a decir illo, dejando la q y la u para el queso, incluso el no va más de mi pueblo de Umbrete en el que basta decir ío, para que todos lo entendamos y sepamos que está refiriéndose a nosotros. De chiquillo pasamos a ío, con eso basta, no ni .

El reciente éxito de la candidatura del ex ministro Salvador Illa en las últimas elecciones catalanas puede incluirse, sin duda, dentro del citado fenómeno de reduccionismo. Como este fenómeno es suficiente e inteligente, la jugada les ha salido bien a los asesores, si no todo lo que les hubiera gustado, sí al menos teniendo en cuenta que ha sido el candidato más votado por los electores. Las cifras parecían haber alcanzado un tope y era necesario un replanteamiento. Primero, regla de oro en estos casos, patada hacia arriba a la persona a sustituir; de jefe de la oposición a un Gobierno autonómico a ministro de lo que sea. Y como candidato, un señor reconocido como educado y discreto. En otro tiempo se diría gris, pero actualmente, con tanto mediocre vociferante, se agradece y valora la discreción. Los candidatos con voz propia y pensamiento discordante son inmediatamente orillados, como hay numerosos ejemplos a lo largo de todo el espectro político. Ahí no se está para pensar ni opinar, sino para aquello que decía un popular anuncio: Currito, dale al botoncito.

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