El debate viene de atrás, expertos hay que afirman con un aplastante tono de seguridad que si el centro derecha se uniera bajo unas mismas siglas, o se presentara a las elecciones con una lista única, dispararía su presencia parlamentaria y tendría muchas posibilidades de formar gobierno.
Pueden tener razón. O no. La política no funciona igual que las matemáticas, aunque algunos dirigentes se apuntan a la moda de los algoritmos y no siempre aciertan en sus pronósticos. Pero la política depende de que las estrategias sean acertadas y que los candidatos pisen mucha calle -no solo en tiempos electorales- porque pisar calle es la única manera de conocer lo que piensan los ciudadanos, cuáles son sus problemas y qué esperan de sus gobiernos. Y averiguan también en la calle qué candidatos gustan , que con frecuencia no son los que más gustan a los deciden las listas.
Andan a vueltas PP y Cs con una posible entente cordial y hay quien considera que la fusión es una fórmula magistral que todo lo cura. PP y Cs no atraviesan sus mejores momentos, aunque gobiernan en importantes plazas gracias a pactos postelectorales y al apoyo de Vox desde fuera. Nada indica que habrían salido mejor parados con una lista única; hay ejemplos en los que ha funcionado esa fórmula, con CiU, por ejemplo, o cuando el PSOE englobó a los diferentes partidos socialistas en los inicios de la Transición. Pero también ejemplos de lo contrario. IU ha quedado engullida por Podemos y está prácticamente desaparecida en combate. El acuerdo sólo ha gustado a Alberto Garzón.
Nada asegura que el votante del PP estaría encantado de votar a Cs, y que el de Ciudadanos estaría encantado de votar al PP. Al contrario, se ha visto en Cataluña que los numerosísimos votantes de Cs que le dieron la mayoría a Cs en las elecciones anteriores, han preferido votar al PSC antes que al PP. El rechazo del votante de Cs al PP es tan grande como el del votante del PP a Cs, y en Cataluña los simpatizantes del PP a los que no gusta Pablo Casado no se han ido a Cs, sino a Vox.
Dos más dos no suman cuatro en política. Y mucho menos suman cinco. La cosa del rechazo mutuo tienes consecuencias nefastas. Que se lo digan si no a quien, hace años, inventó una lista del PSOE con IU. Y que no ponga nadie el ejemplo de Navarra Suma porque es la excepción que confirma la regla, y además tampoco fue como para tirar cohetes.
La historia reciente demuestra que lo mejor son los acuerdos postelectorales, sumando los escaños conseguidos. Y es mejor todavía presentar buenos candidatos, buenos proyectos … y acertar en la estrategia.
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