José Manuel González-Rebolo

El servicio en la zambrana

Si de algo puede presumir la Semana Santa de Algeciras es de su patrimonio humano. La pasión en la ciudad no se reduce al legado de José Román, Álvarez Duarte, Bravo Nogales o Juan Manuel Rodríguez Ojeda. Son siete días preñados de riqueza, que deriva de la más pura comunión entre fe y culturalidad. En Algeciras hay mujeres y hombres que llevan la policromía tratada a fuego. Sirvan estas líneas para homenajear al Consorcio de Bomberos y sus casi treinta y cinco años de ligazón a Jesús Atado a la Columna.

La unión se debe a Juan Gálvez Bustillo, José Luis Boza Torres y Manuel Domínguez González, quienes lograron el salvoconducto para que los bomberos desfilasen a la vera de la zambrana de la Columna. En los orígenes, un contingente formado por dos pares de bomberos procesionaban con la ropa de campo, de faena, la de los bajos con serrín y las mangas deshilachadas. Más tarde, el Consorcio les entregaría unos trajes de gala a los que en 2002 sumaron una gorra de plato blanca, en homenaje a las vidas de los colegas americanos que segó el 11-S.

Son hermanos honorarios de la cofradía desde hace veinte años. El cuadro conmemorativo de ese acto preside una de las dependencias del nuevo parque de Algeciras. Las llamas de Boza Torres y Gálvez Bustillo se consumieron y a ellos sucedieron Francisco Calderón, Antonio Sequera, José Antonio Pérez Moya, Pedro Reyes, Antonio Serrano, Vicente Arana, Juan José Rebolo o Laura Ordóñez. Este año han vuelto a escoltar el desfile y a encomendarse al maniatado con un ramo de flores. En cada pétalo, una petición por el porvenir. Una estampa en cada taquilla junto a un retrato familiar con su la sangre de su sangre. Al lado del zanco, cada bombero bisbisea su jaculatoria. Una oración para que detrás de cada servicio siempre encuentren el regreso.

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