Diafragma 2.8
Paco Guerrero
De facilidades
Me contaba el otro día un camarada que su hermano, piloto de una aerolínea extranjera, le contó hace unos meses que las azafatas tenían que regarse por dentro de tilas cada vez que les tocaba volar a España. El español, dicen, tiene poca paciencia y ante imprevistos o retrasos reacciona como si le hubieran invadido los franceses. Yo me acordé entonces de la señora de Atocha con voz atiplada que aparece en la tele ciscándose en la historia del ferrocarril cuando el AVE sale una hora más tarde de lo previsto. Claro que decir historia del ferrocarril hoy es decir Óscar Puente porque parece que lo ha inventado él, como si antes de 2023 en las Españas uno se fuera a Málaga en mula. Pues vaya inventito, cachondo, que parece la escopeta maquilladora de Homer Simpson.
Digo que me acuerdo de la señora de Atocha; o de las miraditas al camarero y los gestos de protesta del señor que ha pedido la cerveza hace cinco minutos y tiene que irse a casa a hacer absolutamente nada; o de mí mismo en el aeropuerto de Bogotá cuando no nos dejaron volar de vuelta a Madrid, invocando a Jiménez de Quesada y diciéndole a la señorita de la puerta de embarque que qué vergüenza, que qué país, y la señorita diciéndome que estaba llamando a la Policía, y yo, de repente, que esto ya no me parecía tan vergonzoso y que qué linda nación. Pienso en ese día y recuerdo también a los cuatro colombianos que dejaron en tierra: su estoicismo, su tranquilidad, dirigiéndose a la ventanilla de la compañía para que les diesen un nuevo billete como si fueran a por arepas.
Evoco todo esto y me digo que sí, que el español es un tipazo cuando todo va según lo previsto, le dedica su mejor sonrisa a la azafata si el vuelo sale en hora y compadrea con el camarero si le hace sentir que él es el único cliente del bar; pero el metro se queda parado y a punta de mañana ya empieza a encabronarse, y está en un atasco, ve a un motorista haciendo malabarismos para adelantar posiciones y le cierra el paso porque aquí tiene que joderse hasta la Virgen santísima. Entiendo a las azafatas del avión que pilota el hermano de mi camarada, pero también a la señora de Atocha con voz atiplada. No es fácil controlarse cuando los trenes gripan, tienes que echar la noche en un secarral de Almagro y encima hay un ministro que te trata como si fueras gilipollas.
También te puede interesar
Diafragma 2.8
Paco Guerrero
De facilidades
Manual de disidencia
Ignacio Martínez
Un empacho de Juanma
Las dos orillas
José Joaquín León
La edad de la Constitución
La esquina
José Aguilar
Los hombres del presidente