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José Caballos, uno de los líderes socialistas andaluces más inteligentes y astutos de las últimas décadas, ha promovido y encabezado un manifiesto que lleva dentro el golpe de gracia al liderazgo del partido en esta comunidad encarnado por Juan Espadas. Su caída es irreversible.
A Espadas, que fue un estimable alcalde de Sevilla, el cargo de secretario general y candidato a la Junta, le ha venido grande. Cierto que heredó de Susana Díaz un partido derrotado y catatónico, pero ha sido incapaz de mejorarlo. Al menos Susana ganó las elecciones de 2018, aunque no pudo gobernar por la alianza PP-Ciudadanos-Vox. Él perdió las de 2022 y su oposición a la mayoría absoluta de Juanma Moreno está siendo inoperante e inocua. Que conste que no es sólo culpa suya. Influye poderosamente al desgaste de la marca PSOE bajo el reinado de quien lo designó.
Que es la única persona con poder real en el actual Partido Socialista. Por tanto, el que tiene la última palabra sobre el futuro de Juan Espadas (continuidad o relevo). De ahí el valor del manifiesto de Caballos y los suyos: en realidad es una carta a Pedro Sánchez. ¿Qué le dicen? No que hay que construir un proyecto y una nueva dirección en el PSOE andaluz, que eso ya lo sabe Sánchez y lo han ido reclamando numerosos líderes, cuadros y cargos orgánicos en los últimos meses –incluyendo casi todos los secretarios provinciales en el seno del partido y uno de ellos en la prensa–, sino dos datos políticos relevantes. Uno, que los firmantes no se vinculan de ninguna manera a Susana Díaz, a la que responsabilizan del inicio de esta crisis semiletal de la organización. Dos, que ellos respaldan a Sánchez “por su coraje y determinación y por sus políticas progresistas que están beneficiando a muchos millones de españoles”.
Si Sánchez se convence de la sinceridad de este manifiesto, si el Congreso Federal constata que los delegados andaluces apoyan efectivamente sin fisuras la apoteosis personal que él se ha preparado y si, también efectivamente, ni se les pasa por la cabeza la resurrección de Susana Díaz, ¿qué inconveniente va a tener para colocar el pulgar hacia abajo y autorizar desde su olimpo la liquidación de Espadas? Este hombre no entiende de lealtades –más que las que él exige a todos– y la compensación al ex alcalde se la dio por anticipado, aunque fuese un regalo con veneno dentro: portavoz en el Senado forzado a defender la financiación singular de Cataluña.
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