Un breve suspiro de vida son diecisiete primaveras como para ya haberte florecido en el alma un helado invierno. Oigo la noticia y me estremezco. No puedo con abusos y violaciones; me pongo a tiritar, aunque me pille en casa y con rebeca. No es fácil cubrirte en esa piel para llegar a entenderlo, no puedes si quiera imaginar el tortuoso laberinto del que no se sabe salir mientras un monstruo obsceno, retorcido y babeante te persigue a la par que la virginal inocencia se siente cada vez más acorralada por el miedo.

Habrá terapias y profesionales, no lo dudo; pero también habrá un larguísimo y tortuoso trabajo que hacer de por vida; quitarse ese alquitrán impregnado en cuerpo y cabeza, esa culpa hacia una misma… Mientras, el violador se volverá a bajar una y otra vez la bragueta como si nada y penetrará a toda o todo el que pille y consienta o si anda suelto incluso repita su acto en cualquier permiso sin mutuo acuerdo. Y no hay que ir muy lejos, ni asustar a nuestros hijos con callejones oscuros o descampados, sin darte ni cuenta puedes tener al abusador dentro de casa o en el entorno familiar más cercano.

La historia de Noa me produce una profunda tristeza; estrés postraumático, depresión y anorexia. Marcada por su terrible experiencia decide ponerle fin a su corta vida. "Respiro, pero no vivo" decía esta joven holandesa que hace pocos días se dejaba morir para poder descansar del sufrimiento. Esta situación podría abrir un gran debate; habrá gente que lo entienda y otra que no.

Una petición reiterada, voluntaria y producto de la reflexión parece no ser suficiente según qué lugares. Solo tenemos que mirarnos el ombligo y ver cómo en el caso de Maria José Carrasco, la Audiencia Provincial ha decidido que sea un juzgado de violencia sobre la mujer quien investigue la actuación de su marido. Me quedo a cuadros. Solo hay que ver la situación, la ternura y la serenidad con la que su compañero la asiste en sus últimos minutos de vida, como para saber que ahí de violencia nada, ahí lo que se observa es un acto de amor en el que no es uno quien impone su criterio sino que acepta la decisión del otro por muy dolorosa que pueda perecerle.

Quizá creamos que Noa era demasiado joven como para saber lo que quería. Que te violen siendo una niña sin entender lo que te está pasando ya te hace vieja.

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