El rigor es buena compañía

No considerar la presencia de VOX en las relaciones de poder, es una actitud impropia de un liberal

La gente del ámbito académico, científicos en el sentido amplio de la expresión, son por lo general rigurosos y muy cuidadosos con las fuentes de información o inspiración. La Ciencia tiene una componente deductiva fundamental, que en matemáticas constituye la esencia del discurso y del método. De hecho, el grado de consistencia científica de una disciplina lo mide su capacidad de asimilación del método matemático como soporte del razonamiento. Las fuentes y el uso de la capacidad deductiva son también en el periodismo, referentes sine qua non la tarea se deteriora cuando no es perjudicial para la sociedad. En la ciencia es menos frecuente la trasgresión de la norma que en el periodismo, pero en ambos casos aparece cuando uno menos lo espera.

En la actitud con VOX de no pocos políticos, intelectuales y periodistas, observo falta de rigor y no sólo esa trasgresión de la norma sino la voluntaria ignorancia de las fuentes, que son los objetivos emanados de su programa. No es xenofobia, por ejemplo, tratar de poner orden en el caos inmigratorio, ni es inconstitucional pretender, cualquiera que sea, la reforma de la Constitución, ni es ir contra las mujeres advertir de que no sólo están ellas sino que son más los que hay que preservar de la violencia. Debiera ponerse de manifiesto que VOX es un partido legal que se ha presentado a las elecciones andaluzas con pulcritud democrática, aceptando las reglas de juego establecidas. Y consiguiendo el respaldo de casi cuatrocientos mil electores, el 11% (exactamente el 10,97) de los participantes.

Ignorar a VOX supone hacerlo con la voluntad de esas cuatrocientas mil personas y faltar el respeto al sistema. Que ese partido tenga entre sus objetivos determinadas reformas de las leyes es absolutamente lícito. Sorprende que Ciudadanos, que trata por todos los medios a su alcance e incluso más allá de él, de revestirse de liberalismo, se niegue a conversar con los dirigentes de otro partido que se ha enfrentado limpiamente a aquel y del que, electoralmente hablando, le separan poco más de un 7% de votantes. Me confunde todo esto, pues declarando mis reservas e incluso mi rechazo a algunos de los puntos del programa de VOX, y sobre todo a los anacronismos, a las salida de tono tácticas y a las fantasías, creo que no considerar esa alternativa ni su presencia en las relaciones de poder, es una actitud indigna de un demócrata y, desde luego, impropia de un liberal.

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