EL hundimiento socialista por efecto de un arrollador maremoto popular que tocará costa el próximo domingo, atendiendo al sistema de alerta de tsunamis que conformaron ayer la práctica totalidad de los diarios de ámbito nacional con sus respectivos sondeos, llegó ayer al grado de inevitable y medido en la escala del comportamiento de la R de Rajoy. En uno de los mayores mítines, lejos de la prudencia y la moderación demostrada, saltó eufórico en el escenario y le dijo a las miles de personas que llenaban el coso de Valencia: "Amigos, amigas, creo que vamos a ganar las elecciones". Sagaz que estuvo.

Cuanto más se acercan las encuestas a la fecha electoral -hoy conoceremos las últimas consultas que se pueden difundir- más se afianza el crecimiento del PP hacia el entorno de los 190 diputados y más se acota la derrota de la R de Rubalcaba hacia el peor resultado del PSOE en democracia, menos de 115 escaños. Y, al tiempo, IU logra crecer hasta casi doblar el mínimo para tener grupo propio, condición que perdió en 2008.

Es innegable que el rechazo que la gestión de Zapatero -sus mentiras, primero, y sus medidas erráticas, después- ha causado en el electorado que le dio la victoria por dos veces una dispersión del voto ideológico de izquierda, del que IU se beneficia. Pese a ello, la federación se conjura ante el llamamiento al voto útil por parte del PSOE (ya lo hizo ayer Felipe González). Pero el vuelco, el cambio como el de 1982 que se anuncia, no puede explicarse sólo por la dispersión del votante de izquierda hacia otras opciones o el desencanto de la abstención. No. Como en mayo, los indecisos rehúsan decir que votarán a Rajoy. Es el reverso del voto útil, que lo decanta todo: miles de votantes que van a cambiar su voto de PSOE a PP. Pura alternancia.

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