La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

La resurrección de Sánchez

Rajoy cayó en cuanto Pedro Sánchez le ofreció al PNV no cambiar los presupuestos del PP y demorar las elecciones

Todo es nuevo menos una cosa. Es nuevo que una moción de censura salga adelante en España, que el presidente del Gobierno no sea diputado y que llegue al cargo sin haber ganado unas elecciones generales. Lo único que no es nuevo es que el destino inmediato de la gobernación del país lo decida una minoría nacionalista. Otra vez.

En el espectacular caso de la resurrección de Pedro Sánchez -la segunda, ya revivió en el mando del PSOE-, esta minoría decisoria ha sido el Partido Nacionalista Vasco (PNV), cuya dimensión exacta podemos objetivar: cinco escaños de diputado con menos de 300.000 votos, el 1,2% de los votantes españoles. Un partido que -¡lo dicen ellos!- se debe exclusivamente a los vascos y no tiene ningún interés en participar en el gobierno de España.

Interés no, pero intereses sí. La suerte de Mariano Rajoy estaba echada, para mal, desde el preciso momento en que el candidato censurante, Pedro Sánchez, se comprometió a gobernar con los presupuestos generales del Estado para 2018 que había sacado el PP, esos que a Sánchez le parecían tan retrógrados y antisociales que sólo le merecieron una enmienda a la totalidad. También puso buen cuidado en no anunciar cuándo va a convocar elecciones.

Eran los dos requisitos que exigía el PNV para respaldar la moción: que no se toquen los presupuestos del PP -540 millones de euros para el País Vasco, cupo aparte- y que no se adelanten unas elecciones que ahora mismo auguran una victoria de Ciudadanos, el más firme enemigo del nacionalismo, sea vasco o catalán. Los restantes votos que necesitaba Pedro para alcanzar los 180 ya los tenía de antemano porque eran los votos de los desestabilizadores, antisistema y secesionistas. De los que creen que podrán chantajear a un Gobierno monocolor socialista sustentado por uno de cada cuatro diputados (concretamente, en el 24% del Congreso).

En este episodio el PNV ha demostrado ser un partido leal. Leal exclusivamente a sí mismo. Encima su portavoz afirma, sin despeinarse, que apoyan la moción "con una perspectiva de ética política y de responsabilidad". ¡Qué cara más dura! Se han asegurado los beneficios para su terruño de los Presupuestos del PP, han entregado el Gobierno al PSOE y, un día antes, han pactado con Bildu un futuro Estatuto de Autonomía de Euskadi que distinguirá entre nacionalidad y ciudadanía. Soberanismo puro. En sus manos estamos.

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