¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El regreso de la X

Sea o no González la X de los GAL, lo cierto es que la guerra sucia fue uno de los grandes errores del felipismo

El PSOE moderno, el que se modeló en el tardofranquismo y la Transición con la generosa ayuda económica e intelectual de la socialdemocracia europea, fue posible gracias a la alianza de los socialistas vascos y andaluces, dos tierras que, en contra de lo que se suele pensar, tienen viejos lazos familiares, empresariales, amistosos e incluso políticos. La unión de Nicolás Redondo (padre) y su grupo de curtidos obreros norteños con Felipe González y su círculo de universitarios meridionales fue fundamental para conseguir que el Partido Socialista, que no había brillado especialmente en la lucha antifranquista, se convirtiese en el partido alfa de la izquierda española y en un pilar fundamental en la construcción de la democracia. Así lo entendió no sólo Billy Brandt o François Mitterrand, sino sobre todo los americanos, entonces jefes del cotarro occidental y sin cuya aceptación el PSOE no hubiese llegado muy lejos.

Esta alianza socialista vasco-andaluza, que se mantuvo durante un buen número de años, llegó a su fin cuando el PSE olvidó su alma maketa para rendirse a los encantos de la Circe nacionalista, tanto que ahora Eneko Andueza, secretario general del PSE en Guipúzcoa, se atreve a enseñarle la puerta de salida del partido a todo un Felipe González, que es algo así como si la Iglesia Católica quisiese expulsar de su santoral a San Pedro.

La airada propuesta del político guipuchi está motivada por el recién desclasificado documento de la CIA que (¡tachán!) vincula a González con la famosa X de los GAL, una vieja teoría que tiene una gran verosimilitud, pero que nadie ha demostrado aún, pese a que no se han ahorrado esfuerzos de todo tipo. Más allá de quien sea la X, lo cierto es que la guerra sucia contra los asesinos de ETA fue una de las grandes equivocaciones del felipismo y ambarró a la joven democracia española. La izquierda nunca lo reconocerá, pero fue el odiado Aznar el presidente que comprendió que al terrorismo vasco sólo se le podía derrotar con una mezcla de leyes antiterroristas severas y eficacia policial. También invirtiendo mucha pasta pública en comprar a chivatos dentro de ETA. La historia le dio la razón.

Andueza tiene derecho a pedir la salida de González del PSOE, pero no se terminan de entender sus melindres con los GAL al mismo tiempo que su partido pacta con los herederos de ETA en no pocas instituciones. Felipe González es historia viva del socialismo español y renegar de él sólo se puede entender dentro de esta voladura general de los puentes sentimentales que nos unen a la Transición. Ya sabemos quién gana.

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