¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El regreso del populacho

Lo ocurrido en Washington es mucho más grave que lo visto en España, pero los parecidos razonables son evidentes

La algarada de Washington, como era de esperar, ha sido una nueva excusa para el duelo a garrotazos de la España bipolar. El tema a debate es si la ocupación del Capitolio por el ala exaltada del trumpismo es comparable a los distintos acosos que han sufrido los parlamentos españoles en los últimos años (Cataluña, Madrid, Andalucía…), la mayoría de ellos protagonizados por la izquierda populista. Nuestra opinión: es evidente que los cercos hispanos nunca llegaron a tener la gravedad y alcance de lo ocurrido en el Congreso americano, pero también lo es que existen inquietantes paralelismos entre estos fenómenos, sobre todo en su intención de deslegitimar el sistema democrático tal como lo conocemos hoy en día. Del "no nos representan" al "Biden nos roba" hay sólo un paso.

En los últimos años hemos visto cómo las democracias parlamentarias han entrado en crisis, produciendo fenómenos de violencia social que, por ahora, son de baja intensidad. No se pueden observar los chalecos amarillos franceses, el procés catalán, la agresividad verbal de Bolsonaro o lo ocurrido en la capital de EEUU como hechos independientes, porque están íntimamente conectados y sus parecidos razonables no se pueden esconder. Las razones son muchas: el crack de 2008 y el fin del bienestar, la irrupción de las redes sociales (auténticas fábricas de crispación), el miedo milenarista ante el cambio climático, la desconexión de las élites económicas, la irresponsabilidad de los dirigentes políticos… Demasiadas circunstancias negativas para que lo que antes llamábamos el mundo libre (China, Rusia o Venezuela van en otro paquete) no se encuentre gravemente amenazado.

Hay algo que puede parecer anecdótico, pero que nos llama poderosamente la atención: el deliberado desaliño indumentario de los que participan en este tipo de algaradas, que llega a la cúspide en la foto de ese chamán trumpista tocado con una cabeza de bisonte, carne de meme e icono ya del asalto al Capitolio. El aspecto de estos activistas no es mucho mejor que el de las turbas que derribaron al reformista Esquilache o tomaron el Palacio de Invierno para acabar con la incipiente democracia rusa. ¿Estamos ante el regreso del uso del populacho como ariete político? Todo uso de las masas para deslegitimar a un Parlamento que ha sido democráticamente elegido, sea el ganador Biden o Vox, lleva a estampas entre bufonescas y siniestras como las vistas en Washington. Deberíamos aprender la lección.

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