La reacción a la acción

Es urgente que la oposición municipal en Algecirasse rearme de líderesy despierte del letargo

El alcalde Landaluce lleva unos días explicando los logros que él y los suyos están consiguiendo; es natural. Siempre es posible hacerlo mejor, pero no puede reprochársele que trate de iluminarnos con las luces de la gestión que están llevando a cabo. Mi impresión es que lo que más nos hace falta es una oposición como es debido. Pero ese es un asunto en el que ni el alcalde ni ningún otro miembro de su equipo pueden hacer nada. Los socialistas algecireños llevan hibernando desde los tiempos del clan de Alcalá.

No queda bien eso de que el presidente de la Mancomunidad, desde su sitial, amague contra el alcalde de la ciudad más poblada y próspera de su demarcación. Lo que parece más conveniente es que opte, puestos a representar su rol de jefe de la oposición, por dedicar tiempo a pensar en la ciudad y a proponer soluciones a sus problemas. Además de advertir que obtener fondos europeos o de donde se tercie, para mejorar los servicios y el entramado urbano de Algeciras, es para aplaudir y celebrar; de ningún modo para lamentarlo o para señalarlo como un mal menor. Es más, yo diría que sólo por eso el equipo del alcalde Landaluce merece un reconocimiento sonado.

Nunca una ciudad está tan limpia como se desea, pero puedo asegurar a la oposición municipal que ese endémico mal que padecemos, por mor de la mala educación y las dejaciones de una pequeña pero activa parte del personal de a pie, es hoy mucho menos grave que lo fue jamás. Digan lo que digan los demás, nunca antes se pagó mejor y con más celeridad a los proveedores. Y aún se habrían adelantado las evidentes y más que perceptible mejorías en la actuación financiera y contable, si los políticos supieran que los funcionarios no son sino servidores públicos, dispuestos a hacer lo mejor posible su trabajo. Si no fuera por ellos, el caos estaría servido e instalado.

Es urgente y necesario que la oposición municipal en Algeciras se rearme de líderes y despierte del letargo que sufre desde que pudo mejorarlo todo y lo dejó, más o menos, como estaba. No hay más que darle un ligero movimiento a la moviola y examinar la gestión cultural que hizo la izquierda cuando podía habernos convertido en la Viena imperial del sur del Sur. Y comparar con el dinamismo de hoy día. El museo llevaba decenios tratando de dejar los pechos y echarse a dar los primeros pasos. No teníamos no ya galerías o expositores, sino ni siquiera paredes donde colgar los cuadros.

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