Nuestros propios referéndums

La jugada de Patricio González con la novena provincia la repite ahora Juan Franco, elevando la apuesta a ciudad autónoma

El 24 de julia de 1998, el Consejo de Ministros denegó al Alcalde de Algeciras la autorización para la convocatoria de una consulta popular para la articulación de la comarca en la novena provincia andaluza. En abril de 2000 el Tribunal Supremo ratificó tal decisión. La petición era inviable por sobrepasar el ámbito competencial municipal, al afectar a intereses y derechos de otras localidades, del Campo de Gibraltar y del resto de la provincia. Incluso afectaría a la organización administrativa autonómica y nacional.

Patricio González sabía perfectamente que la negativa se produciría, pero audaz e inteligentemente planteó el referéndum de provincialización, que podría chirriar de primeras, pero que tenía un objetivo más que meditado. No era cantonalización, era el altavoz para la reivindicación de respuestas a nuestras carencias.

Y con la repercusión mediática que tuvo la solicitud, se escucharon nuestros problemas y quejas mas allá de Tahivilla, tomándose algo de consciencia en los centros de poder. Y se lograron importantes servicios y estructuras, como un área sanitaria propia, la sección de la Audiencia y otros órganos judiciales, la Jefatura de Tráfico, las subdelegaciones de los gobiernos central y andaluz, mayor presencia de la Universidad...

A pesar de los intentos de algunos de ridiculización, el órdago del referéndum, entre otras reclamaciones, funcionó. El transcurso de los años lo demuestra, teniendo hoy día el Campo de Gibraltar en cuestiones administrativas, estructuras similares a las de una capital provincial, y dándose por hecho, allende el Guadiaro, que somos una comarca diferente. Todo lo conseguido benefició al campogibraltareño, sin duda. Otras pretensiones, sobre todo en materia de necesitadas inversiones e infraestructuras, quedan aún pendientes. Esta apuesta política y lo obtenido, no se le ha reconocido a Gonzalez como merece.

Ahora repite la jugada Juan Franco, elevando la apuesta a ciudad autónoma. Y también lo hace con el mismo fin de hacer oír las acuciantes necesidades de La Línea. Es el momento de plantearlo ante la incertidumbre que se vive por la falta de acuerdo regulatorio de las relaciones con el Gibraltar post-Brexit. Le ampara el increíble resultado electoral que esgrime y el incontestable apoyo social a su gobierno. Seguramente rechazarán su iniciativa, pero algo se obtendrá.

Lo tildarán de iluminado, pero es lo que precisamos en este olvidado Campo de Gibraltar. Gente que crea en esta comarca y que no se pliegue a los intereses de nadie. Seguramente dentro de unos años, los representantes de los grandes partidos que defenestran ahora su propuesta, se pondrán las medallitas de lo que buenamente se logre. Da igual, lo importante es que se consiga.

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