Lo primero, negarlo

Es como lo que ahora le están perpetrando a Felipe VI, que quieren que se coma el marrón y se caiga con todo el equipo

Soy de esos, digo que no por principio. Pero mi no expresa sorpresa, incredulidad. No niego, no, digo que no me lo puedo creer, que cómo es posible lo que me dices. Lo de John Le Carré, por ejemplo. ¿Qué me dices, que ha muerto? No me lo puedo creer. Ya luego uno se entera de la edad que tenía y empieza a ver normal que se haya ido de este mundo y de su mundo de espías y traidores. Lo del Rey Juan Carlos me ha sacado ya bastantes no. ¿Casi 700.000 euros para normalizar su situación fiscal y volver a España? No, no. Es como que haya aceptado centenares de miles de euros de un empresario mexicano. Imposible, no me entra en la cabeza. Luego ya, llega el sí dubitativo y melancólico. Lo que ha hecho el obispo Zornoza con la iglesia del Carmen de Cádiz, pese a haberlo visto a todo color en la edición digital de nuestro Diario, como que no, no es posible. Con la letra pequeña, que puedan seguir celebrando bodas y bautizos (con autorización previa), el no es posible se convierte en lo coherente que es el obispo de Cádiz. Es como lo que hoy se sabe de lo que ya dijo el doctor Cavadas de las vacunas rápidas, no, ¿de verdad? Lo de la canciller Merkel es ya no de no sino de quién me lo iba a mí a decir. Un bucle de la negación por sorpresa. ¡Iba tan bien Alemania! O sea, me lo dicen hace un mes, que Alemania se cierra para evitar la mortalidad y la morbilidad asombrosas del Covid-19 y digo no, qué me estás diciendo, hombre. O mujer. No sé qué habría dicho sobre la evolución de la salida del Reino Unido de la UE, es un asunto que viene muy de largo y con el tipo que hay allí, cualquier cosa. Es como lo de Trump, cuando me dijeron que perdería dije un no que quería decir un sí, existe el modo curioso: ¡no me digas! Hay cosas que te han venido haciendo el cuerpo, es como lo que le están perpetrando ahora a Felipe VI, que pretenden que se coma el marrón y, de camino, se caiga con todo el equipo. O sea, que haga como hacen los reyes de España cuando pierden la Corona, el camino del exilio. A París, a Roma, a Estoril, a Dubai. ¿Los españoles? Aquí esperando y tomando la medicación para olvidar, que no para el olvido. Olvidar de dónde venimos, de cómo era el lugar que habitábamos. Desde este semi encierro, este acoso viral y este disparate que negamos.

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