Nombrado por Hitler jefe de la Propaganda Nazi, Joseph Goebbels logró fomentar el odio a lo extranjero, al comunismo y (sobre todo) a los judíos y al mismo tiempo supo ensalzar hasta el delirio los valores del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. La información que difundía se basaba en el desprestigio, la falsedad y la distorsión llegando a plasmar su filosofía publicitaria en once postulados que, sorprendentemente y a pesar de la maldad del personaje, siguen constituyendo, aún hoy, la base de la propaganda política y de la publicidad en general.

El resultado de las recientes elecciones andaluzas ha dado pie a que, en función del inesperado éxito de un "outsider" como Vox, casi todas las restantes fuerzas políticas hayan rescatado los viejos principios de Goebbels para desacreditar a los recién llegados al parlamento. Aplicando el principio de "simplificación y del enemigo único", no dudan en tachar a Vox de "partido anticonstitucionalista" porque se muestran reacios a seguir manteniendo el actual sistema autonómico. Omiten, sin embargo, que lo pretenden hacer reformando el titulo VIII de la Constitución y que antes que los ciudadanos, probablemente, los únicos que serían damnificados por la supresión (o adelgazamiento) de las competencias de las CC. AA. serían los propios partidos políticos ya que, a efectos prácticos, manejan a las 17 taifas autonómicas como inmensas agencias de colocación.

Por otra parte, tanto prurito constitucional choca con el hecho de que los abogados de Vox -ante la tibieza de la Fiscalía del Estado- hayan sido quienes faciliten al Supremo el abrir juicio contra los secesionistas catalanes y se da de bruces con la paradoja de la complicidad de los socialistas (los más "escandalizados" con el ascenso de Vox) con partidos como Bildu ,ERC, PNV, PDeCAT o Podemos a los que, como es bien conocido, la Constitución les da similar repelús al que le produce a un vampiro una cruz.

Otro principio de Goebbels muy empleado para descalificar a Vox es el de la "exageración y la desfiguración", esto es, les acusan de pisotear los derechos de las mujeres y hasta de ser ¡cómplices de sus asesinatos! por aspirar a que todos los españoles seamos iguales ante la ley sin discriminación alguna… incluido el sexo (como ampara la Ley de Violencia de Género) o les tildan de racistas y xenófobos por pretender regular la afluencia descontrolada de inmigrantes. Estas descalificaciones se hacen aplicando el "principio de lo vulgar": "la propaganda debe adaptarse al nivel del menos inteligente de los individuos" y "la capacidad de compresión de las masas es tan escasa como grande su facilidad para olvidar". Tras 40 años, los partidos convencionales ven peligrar su cómodo status: el efecto Vox supone un brutal puñetazo en el rostro de una sociedad española anestesiada.

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