De polvos y lodos

A Rubalcaba y a Sánchez los unía el principio de que el fin justifica e incluso enaltece a los medios

Armándose de frialdad y sacudiendo cualquier preocupación que nos puedan inspirar los resultados electorales habidos desde aquella insólita moción de censura de hace un año, todo lo que ha seguido al estropicio político de entonces parece mantener inmutable el esperpento para prolongarlo al futuro. Por estos pagos tenemos donde mirar. En La Línea, un partido de fabricación casera dispuesto a incrementar ad libitum la dependencia de Gibraltar, barre como lo hiciera el GIL, aquella bufonada que asestó a la ciudad uno de los peores golpes de tantos como ha sufrido. Es como si se tratara de depositar toda esperanza en el otro, en lo que predique la negación de la propia capacidad para mantenerse en pie.

Cádiz capital ha votado por la formación antisistema que ya rige sus destinos, no sé si pensarán que así acudirá la inversión y crecerán las posibilidades de encontrar trabajo y de mejorar las condiciones de vida de los gaditanos. Tampoco ahí, como en La Línea, se quiere a lo que pueda suponer confianza en la capacidad de los ciudadanos para resolver sus problemas. La propia corporación municipal está cada vez más próxima a actuar como si de una comparsa de carnaval fuera. Ya sólo falta ayudarse de la progresía para rematar la faena.

Ahí está dando sus frutos, la génesis de este tiempo en el que el PSOE recupera gran parte de su pérdida de protagonismo e incluso se hace sitio en Europa, gracias al liderazgo de un falseador de papeles cuyas falsedades, más allá de esos papeles, han sido ostensiblemente puestas de manifiesto. El modo de alcanzar el poder y la naturaleza de los socios que lo elevaron a la jefatura del Gobierno, nos muestran hasta qué punto estaba dispuesto a pasar por lo que hiciera falta para alcanzarla. Cuando el fallecimiento de Pérez Rubalcaba, al que sucedió -muy a pesar de éste- en la secretaría general el PSOE, y la desmesurada pompa que ornó la despedida, estaba en el ambiente la positiva actitud del presidente Sánchez, cuya enemistad y desencuentros con el finado eran bien conocidos y pregonados. Los unía el principio de que el fin justifica e incluso enaltece a los medios. Justo anteayer (¡qué cosas Señor!) destacaba la Asociación de la Prensa de Madrid como "mejor periodista del año 2018" a Javier Chicote "por sus trabajos de investigación, entre los que destacan las informaciones publicadas en torno a las irregularidades de la tesis doctoral de Pedro Sánchez".

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