El pirómano

Estamos saliendo de la pandemia. Es el momento de salir al campo de batalla y mirarnos

El hombre de estos campos que incendia los pinares y su despojo aguarda como botín de guerra… Puedes creerme, estos dos versos del poema Por tierras de España del libro de Antonio Machado Campos de Castilla, me alcanzaron en lo más hondo. Le debo al poeta sevillano gran parte de mi sensibilidad social, de mi pensamiento irreductible y de mi amor a España. Ese hombre descrito por don Antonio que antaño hubo raído los negros encinares y talado los robustos robledos de la sierra; que ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares, la tempestad llevarse los limos de la tierra y que, en páramos malditos, trabaja, sufre y yerra; que es hijo de rudos caminantes, de pastores, y tiene ojos de hombre astuto… Vuelve sobre los ojos de ese hombre arquetipo el poeta para decirnos que los tiene siempre turbios de envidia o de tristeza… Diagnostica: El numen de estos campos es "sanguinario y fiero" y, tras preguntarse, si no fueron estos campos "el bíblico jardín", se lamenta de que se trata de un trozo de planeta por donde cruza errante "la sombra de Caín", ¡la sombra de Caín!

No, no puedo quitarme de la cabeza ni este poema ni muchos otros del bueno de don Antonio, su dolor de España, tan de los escritores del 98, que vieron caer el telón sobre los restos de un imperio y levantarse en oleadas el malestar y la inquina de los españoles, crecer el hambre y fraguarse la injusticia. Si fuera posible, a algunos encerraba yo con Campos de Castilla de lectura obligatoria para luego examinarlos de España y, a esa luz, se examinaran a sí mismos, los que provocan y los que son provocados, los que incendian y los que se ven obligados a apagar los fuegos. España es finalmente lo que tenemos, las últimas fichas de la ruleta que estamos a punto de fundir o regalar al croupier. El mediano pasar que nos queda se ve amenazado, las querellas forman parte de la fractura que unos y otros producen. Tiempo de pirómanos, de nuevo, esta cosa tan española del que venga atrás que arree y los franceses, que son tan finos, hablan de diluvio, después de mí, el diluvio.

Estamos saliendo de la pandemia, debe llegar un día en que no haya contagiados, ése será el primer día del resto de nuestras vidas. Si no hay nuevos contagios es que el virus se retira, empieza a estar vencido. Es el tiempo de salir al campo de batalla y mirarnos. Estamos maltrechos, heridos y muertos. Es un paisaje de destrucción. ¿Vamos a prenderle fuego encima? Se guarden los pirómanos, el incendio sería España.

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