Como en otras muchas ciudades de Andalucía, la historia emerge de la tierra a poco que se la acaricie.

La aparición en Algeciras –gracias al trabajo del equipo de arqueólogos municipales– de restos medievales pertenecientes, según los datos aparecidos en la prensa, a fechas tan tempranas como el siglo IX, y por tanto islámicas, es, desde luego, un acontecimiento de notable importancia.

Especialmente en una ciudad que ha sufrido tan graves daños en su patrimonio arquitectónico de los siglos pasados y que apenas conserva restos de su urbanismo. Es decir, de su propia memoria.

"Hoy, en nuestra ciudad, a diferencia de lo que ocurría hace ya algunas décadas, el interés y la protección del patrimonio histórico urbano está consolidado"

Hoy, en nuestra ciudad, a diferencia de lo que ocurría hace ya algunas décadas, el interés y la protección del patrimonio histórico urbano está consolidado, tanto por la inquietud de las instituciones municipales, como por la existencia de otras, de carácter universitario, académico, cultural y ciudadano que, conscientes de la importancia de nuestra propia identidad cultural, velan por la conservación de la herencia dejada por los algecireños que vivieron en este solar antes que nosotros el cual debemos conservar y transmitir a aquellos que nos sucedan.

El hallazgo no ha surgido en cualquier sitio. Lo ha hecho en el patio del futuro Centro de Interpretación Paco de Lucía, uno de los más importantes compositores musicales de nuestro tiempo. Un espacio cultural de primer orden para la ciudad próximo a ultimarse en pocos meses, en el que siempre que sea posible –y posible es– deberían mantenerse, conservarse y exponerse al público –como muestra de las hondas raíces con que nuestra ciudad se agarra al tiempo y a la historia– esos restos arquitectónicos de una ciudad perdida.

"Restos arqueológicos surgen desde los fondos del tiempo en un momento especial. Siglo IX. Paco de Lucía. Instrumentos de cuerda. Guitarras. Genios. Laúdes. Maestros insuperables"

A veces, las cosas son curiosas. Restos arqueológicos surgen desde los fondos del tiempo en un momento especial. Siglo IX. Paco de Lucía. Instrumentos de cuerda. Guitarras. Genios. Laúdes. Maestros insuperables.

En el siglo IX, Al-Andalus estaba camino de convertirse en la Constantinopla de Occidente y el haz de luz que emitía iluminaba las oscuridades del medievo. Se convirtió en un imán que atrajo arquitectos, poetas, filósofos, ingenieros y... músicos.

Nacido en Bagdad en el 789 de la Era Cristiana, Zyriab, uno de los creadores musicales más importantes de su época –como Paco–, que llegó a deslumbrar al califa Harum al Rashid, el de Las mil y una noches; el que incorporó la quinta cuerda al laúd revolucionando la música desde Bagdad hasta Córdoba pasando por Kairuán, desembarcó en Algeciras, cuando tenía 33 años, llamado por al-Hakam. Corría el año 822.

"Nada nos impide imaginar que quizás Zyriab pudo contemplar el mismo sitio donde hoy se levanta el museo que recogerá el arte y la esencia de Paco de Lucía [...] mientras sus dedos tañían las cuerdas de seda de un laúd incomparable"

Aunque esto no es más que una suposición, más fantástica que histórica, nada nos impide imaginar que quizás Zyriab pudo haber paseado las calles recientemente despertadas a la luz o que, quizás, pudo contemplar, desde el ángulo de las viejas murallas, el mismo sitio donde hoy se levanta el museo que recogerá el arte y la esencia de Paco de Lucía, la puesta de sol tras las montañas azules del poniente mientras sus dedos tañían las cuerdas de seda de un laúd incomparable.