El pendón, para los pendones

La falacia de la prosperidad compartida vuelve a ser enarbolada por el munícipe

En el supuesto, de presumible viabilidad, de que lo trascendido en la reunión del alcalde de San Roque con el delegado del Ministerio de Exteriores en el Campo de Gibraltar, sea una estrategia, bien está que así sea si es a fin de erosionar el inmovilismo británico respecto a los efectos del Brexit en la colonia. Porque para lo que da, descartada la presunción de inocencia, es para sugerir que haría bien el chief Picardo procediendo al nombramiento del regidor sanroqueño, a título de agente de la colonia para gestionar sus intereses ante España. Ruiz Boix arenga al Gobierno español, en la persona del delegado, con una convicción y determinación fuera de toda vacilación, a desfacer el entuerto con el que el Reino Unido ha complicado la vida a los yanitos, acostumbrados ellos, como estaban, a gozar de todos los privilegios posibles a costa de los de allá y de los de acá.

A través del prisma de su más alto representante civil, San Roque ya no es el lugar en donde reposa el pendón de Gibraltar sino el espacio ofrecido por su alcalde a todos los pendones que quieran beneficiarse de su actitud. La falacia de la prosperidad compartida vuelve a ser enarbolada por el munícipe, como argumento para no desdecirse con las instrucciones urbi et orbi del contubernio de Convent Place. Coincidiendo con el show del general americano al que se le puso cara de póker en la Verja, cuando le dieron el alto, y con el comandante de la base naval de Rota recomendando a sus muchachos se abstengan de ir a o salir de la colonia si no es en submarino nuclear, el alcalde está llenándose de gloria la mochila.

Uno tiene la impresión de que el regidor no se entera de lo que pasa en su casa y que, bien sea por ignorancia -no parece ser consciente del carácter militar de la colonia- bien por falta de cultura política -desconoce el proceso que condujo al cierre de la verja y posterior apertura- actúa del modo que conviene a los extraños a costa de los propios. El alcalde de San Roque, que por serlo puede actuar como lo hace y al hacerlo representa a su pueblo, debiera explicar a los ciudadanos afectados qué es lo que él entiende por prosperidad compartida. No sea que entienda que lo que se ha de compartir son los alamares, más o menos confesables, de una prosperidad que afecte de modo definitivo a la colonia. No hay prosperidad con un Gibraltar homologable con su Campo porque es en la diferencia en donde reside esa prosperidad.

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