Por pelotas

Triunfa el totalitarismo en una de sus formas: mi dinero puede comprar hasta tu propia vida

Hay un noséqué o un quéséyo de hipocresía pseudoprogresista en boicotear el Mundial de Fútbol de Qatar. Oh sorpresa, Dinero manda. El problema real de fondo es si tenemos herramientas legales, penales, para controlar algo así. Cuando la aspiración del mundo humano era la libertad, una cierta igualdad sin descartar la fraternidad, cabía proponer los Derechos Humanos como la base del desarrollo legislativo en todas partes...

Ganó el Mercado. La reacción de los sectores "naturalistas" (ésos que consideran que naturalmente todo está ordenado por Dios, de toda la vida) es lógica, bien colocado su imperio en el planeta: ir contra la imposición del género (familia), contra el calentamiento global (industria), contra el consumo sin límites (mercado)... Según ellos es estar contra la libertad verdadera y ese orden natural. ¿Cabe rebelión contra lo que es como debe ser?

Ni que fuera Qatar el primer lugar que es un insulto para los Derechos Humanos donde se celebran juegos de algún tipo... ni el último. La cuestión de fondo es la ocasión de oro perdida para poner exigencias, no transigir exactamente con lo contrario: que demos una oportunidad para que estos fanáticos de legalidades amparadas por morales deturpadas puedan lucir su garbo antihumano, amplificado por los medios de comunicación.

¿Acaso es mejor hacer negocios por petróleo tolerando, transigiendo con toda una colección de barbaridades? ¿Acaso no ejecutamos la más lamedora proskínesis con dictaduras? Nótese que no abogo por lavar la imagen de Qatar22. Si quieren mi opinión: los gobiernos de los países democráticos deberían haber puesto las cosas claras a las selecciones propias y a las federaciones de fútbol y ese mundial no debería celebrarse. Lo que digo es que ojalá fuera verdad que por fin vinculamos negocios y ética, dinero y derechos. No propongo una peligrosa idea antimercado socialcomunista, hablo de no colaborar con crímenes, violaciones, guerras, esclavitud, tortura, tráfico de personas y sustancias, monopolios de combustibles atenazando voluntades de países enteros, etc.

La Banca gana, siempre. Algo hemos hecho mal cuando pedir que no se mate a una criatura inocente, directa o indirectamente, es considerado una necedad de buenista antipragmático. Hemos naturalizado (de nuevo) la explotación del humano por el humano y coartado toda esperanza de un futuro mejor, triunfa el totalitarismo en una de sus formas: mi dinero puede comprar hasta tu propia vida, sin mancharse las manos.

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