La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El peligroso amor a la humanidad

"Cuanto más amo a la humanidad menos amo a las personas individualmente", dice un personaje de Dostoievski

Acusar de racista la solidaridad con los ucranianos porque "son rubios y con los ojos azules" es infame. Prójimo o "persona respecto de otra, consideradas bajo el concepto de la solidaridad humana" (RAE) viene de proximus (más cercano). Es inevitable amar y compadecer más a los cercanos que a los lejanos. A una sensibilidad despierta todo sufrimiento humano le duele. Pero le hiere más el más cercano. Esto es cierto en lo personal y en lo colectivo.

La muerte de la madre de un amigo me hiere, y lloro con él la pérdida; pero la de mi madre me hiere más y ni mi dolor, ni mis lágrimas son como las suyas porque la pérdida es solo mía, los recuerdos son solo míos y la ausencia solo la viviré yo.

El atentado de las Torres Gemelas nos conmocionó a todos, pero los del 11-M en Madrid nos conmocionaron más pese a que en el primero murieron 3.000 personas y en el segundo 193. ¿Era falta de corazón, patrioterismo con trasfondo nacionalista y racista que solo sufre por lo suyo ignorando el sufrimiento ajeno, consideración de que unos muertos valen más que otros? No: era proximidad, esa sensación emocional consustancial a la naturaleza humana. En los atentados del 11-M fallecieron cerca de 50 inmigrantes y fueron sentidos como los nativos españoles. Entre las víctimas sobrevivientes, sus familias y las de los fallecidos había 775 inmigrantes de diferentes nacionalidades y razas para los que el Gobierno de Aznar dispuso un proceso de regularización extraordinaria pocas horas después de la masacre terrorista.

No es el color del pelo y los ojos lo que mueve más la solidaridad, sino la proximidad. "Cuanto más amo a la humanidad en general menos amo a las personas individualmente" dice un personaje de Dostoievski anticipando algo que se cumpliría en su país cuando lo gobernaron quienes, en nombre de la humanidad, estaban más que dispuestos a matar a millones de seres humanos. ¿Y los voluntarios de las ONG o los misioneros que lo abandonan todo para trabajar en países remotos? Movidos por un amor general, de raíz humanitaria y/o religiosa a la humanidad, lo han concretado viviendo entre quienes sufren, poniéndoles rostro y nombre, convirtiéndolos en sus prójimos/próximos. "El que no ama a su hermano, a quien ve, ¿cómo puede amar a Dios, a quien no ve?". Con la humanidad sucede lo mismo. ¡Cuántos crímenes se han cometido en nombre de la humanidad!

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