Si preguntásemos a cualquier ciudadano, quiénes han sido los representantes parlamentarios de su provincia en los últimos tres años, lo más probable sería que nos revelasen un desconocimiento casi absoluto de los nombres de estas personas que, en teoría, han estado defendiendo sus intereses en las Cámaras. Incluso no sería demasiado aventurado el afirmar que la gente tampoco tiene ni idea de la vida y milagros de aquellos cuyos nombres figuran en la papeleta que depositarán en la urna el próximo 28 de abril. La razón de este "desapego" entre electores y elegidos es bien sencilla: El sistema político español no es auténticamente representativo, esto es, los ungidos por las urnas antes que a las personas que les han votado, servirán a los partidos que han tenido a bien incluirlos en sus listas. La democracia, tal como la describe Aristóteles en "La Política" es "la participación del pueblo en la vida política". Justo eso es precisamente lo que no sucede en España pues el pueblo no elige a sus representantes, sino que vota unas listas cerradas previamente elaboradas por las directivas de los partidos. El hecho de que las listas sean configuradas por los líderes de los partidos explica algunas de las extrañas "cualidades" que adornan a la mayoría de nuestros políticos electos: el servilismo, la sumisión o el acatamiento incondicional de los criterios de los partidos, al fin y al cabo, estas vienen a ser las mismas e imprescindibles condiciones que les habilitan para ascender en los dictatoriales organigramas de las diferentes formaciones políticas. Esta singular manera de seleccionar candidatos propicia cosas tan sorprendentes como los fulgurantes ascensos y descalabros políticos que leemos a diario en los periódicos o la grotesca presencia en las listas de unos especímenes denominados "diputados cuneros", es decir, personas designadas directamente por el partido para presentarse por una provincia que no es la suya y que, en la mayoría de los casos, apenas conocen; así, por ejemplo, en 2008, el ministro Pérez Rubalcaba, natural de Cantabria, lideró la lista para el Congreso del PSOE en Cádiz. En cierto modo, la partitocracia española -y de gran parte de los países europeos- es heredera de los métodos del fascismo y el comunismo, ellos fueron los inventores de las "Juventudes" de los partidos, agrupaciones en donde se forma a los jóvenes afiliados en los principios de obediencia y disciplina. A cambio del vasallaje (y sin necesidad de ningún otro mérito) se logra hace carrera y subir puestos en el hermético escalafón de los partidos. Para Aristóteles el modelo ideal es conjugar la democracia con la aristocracia ("el gobierno de los mejores"). Además de hacer justo lo contrario, lo peor es que ningún partido se arriesga a renunciar al privilegio de las listas cerradas en aras de un sistema de elección uninominal y por distrito. El único verdaderamente representativo.

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