CRÓNICA DE UNA COMARCA

Juan José González

Con el paso correcto

ME parece inteligente la estrategia emprendida por la alcaldesa de La Línea, Gemma Araujo, de iniciar una nueva etapa en las relaciones vecinales entre su ciudad y la de Gibraltar y acabar de paso con ese prolongado periodo caracterizado por la inexistencia de contactos entre las autoridades de ambas poblaciones. No en balde, han transcurrido once años entre las dos últimas visitas oficiales del ministro principal del Peñón, Peter Caruana, al Ayuntamiento linense; demasiado tiempo para al menos romper el hielo y abrir una vía al diálogo sobre los múltiples asuntos domésticos que interesan a ambas, por supuesto desde el punto de vista institucional, ya que el día a día demuestra otra realidad ciudadana bien distinta.

Para La Línea, resulta perentorio buscar fórmulas que reporten fondos económicos y creación de empleo y, por mucho que nos duela, una de ellas, y además de las más importantes, es el Peñón. A sus munícipes no les queda otra que trabajar en esa dirección, hasta conseguir que su ciudad obtenga la rentabilidad, y no sólo el perjuicio, que le puede acarrear convivir con otra de tan especiales características como Gibraltar, porque tan cierto es que constituye la última colonia europea como que exhibe una enorme pujanza económica.

Por eso, siempre he creído que en la confrontación entre sus respectivas instituciones, como ha ocurrido durante la última década pero de modo particular en los dos últimos años, más pierde el linense de a pie que el gibraltareño, y por ello mismo también estoy convencido de que en ese restablecimiento de relaciones escenificado el pasado martes, quien más gana es la población española. Un solo ejemplo: Caruana ha ofrecido ya a Araujo la construcción en la antigua zona fiscal de la terminal de carga y la de mercancías del aeropuerto, cesión que dejó en suspenso por la irresponsable idea del anterior alcalde, Alejandro Sánchez, de implantar la felizmente enterrada tasa de congestión.

La Línea debe conseguir que, en esta particular balanza de pagos, Gibraltar le dé más de lo que le quita y eso sólo se logra con diálogo, ese que, en otro botón de muestra más de torpeza y miopía, ha demostrado el PP linense al no acudir a una reunión en la que se habló de importantes proyectos para el futuro de la ciudad y en la que la oposición, en vez de justificar su ausencias con argumentos de muy escaso peso, debería haber estado representada para tener información de primera mano y aportar su punto de vista.

Y dicho esto hoy, Día Nacional para los gibraltareños, volveremos a acordarnos de ellos cuando griten lemas entiespañoles. Pero esa es otra historia.

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