La paradoja gibraltareña y el factor irlandés

Estamos en las puertas de un acuerdo histórico que puede transformar para bien las relaciones transfronterizas

Las negociaciones entre la UE y el Reino Unido en relación con el nuevo estatuto europeo de Gibraltar parece que avanzan en una buena dirección. Realmente, esta conclusión debemos extraerla de una serie de indicios ante la completa discreción de las partes y la total opacidad existente en la negociación. A sensu contrario, el hecho de que las partes no hayan manifestado discrepancias de forma pública puede ser interpretado como una señal positiva, como un avance en una negociación seria y protegida por la necesaria reserva que debe guiar toda negociación diplomática. Habitualmente cuando existen problemas en las negociaciones suelen existir filtraciones y las desavenencias y desencuentros se conocen pronto. No parece que este sea el caso.

En junio se celebrará la novena ronda de negociaciones y el objetivo de alcanzar un acuerdo histórico está a un paso, según ha manifestado recientemente el ministro principal gibraltareño, sr. Picardo. Efectivamente estamos cerca de un momento realmente transformador de las relaciones bilaterales entre Gibraltar y la UE. Y realmente se trata de una verdadera paradoja. Como consecuencia de la salida del Reino Unido de la UE se puede dar el caso de que, si se alcanzara un acuerdo en los términos apuntados en el Acuerdo de Nochevieja, Gibraltar podría estar, en cierta forma, más integrado que antes en el espacio europeo con la desaparición de los controles fronterizos que se realizan en la actualidad en la Verja.

En definitiva, estamos en las puertas de un acuerdo histórico que puede transformar para bien las complejas relaciones transfronterizas entre Gibraltar y su entorno por varias generaciones. Todas las partes muestran una voluntad decidida y una actitud positiva para alcanzar el acuerdo.

¿Cuál es hoy por hoy la principal amenaza? En mi opinión, otro marco negociador teóricamente diferente y lejano como es el ejercicio de controles en el mar de Irlanda del Norte dispuesto en el Protocolo sobre Irlanda y negociado por el Reino Unido en los términos de su salida de la UE. Boris Johnson ha amenazado reiteradamente con la posibilidad de un incumplimiento unilateral de lo pactado con la UE. Por supuesto, si lo hiciera hay abundantes razones para que los negociadores europeos desconfíen de los británicos si incumplen lo acordado tras un largo y complejo proceso negociador. Por todo ello, cerca de un acuerdo histórico en Gibraltar esperamos que las brumas que cubren el mar de Irlanda se disipen y que el Reino Unido no obstaculice la posibilidad de un profundo cambio en las relaciones transfronterizas con Gibraltar que mejoren las condiciones de vida a ambos lados de la Verja.

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