El pan y las banderas

Se apresuran a sacar a la colonia de la ruina que les esperaría con una verja bien administrada

Después de constatar que el presidente de la Mancomunidad está convencido de que "ninguna bandera nos da de comer" (Europa Sur 28.09.2020, pág.7), apenas si nos quedan argumentos para conservar la dignidad y la autoestima, por más que los profesionales del "psiqué" lo recomienden. Los alcaldes del Campo de Gibraltar, todos, no importa la etiqueta ni la marca, están de acuerdo en que hay que sacar a la colonia del entuerto en que la ha metido la potencia bajo cuyo manto pernocta en la noche de los tiempos. Con toda evidencia consideran que ni ellos ni sus mayores están capacitados para arreglar los problemas de sus gentes. Así es que se disponen a solucionar los del intermediario laboral en que sus dejaciones han convertido a Gibraltar.

Vista la aseveración del presidente comarcal, se podría intuir que su pan se lo debe a algún proveedor desconocido que o no tiene bandera o no tiene por qué tenerla; tal vez habría que revisar su situación. Dado el supuesto, no debe sorprender que los alcaldes prefieran que a sus representados, ciudadanos de la comarca, les faciliten el condumio en un territorio con bandera usurpada, dotada de esa morbosa ambigüedad cuasi sexual que supone no ser ni de aquí ni de allá. Algo parecido a lo que le pasaba a aquella que no tenía nombre y era la perdición de los hombres, que al dictado del gran Rafael de León, cantaba la inolvidable Juana Reina. Estamos ante un panorama que debiéramos ocultar a nuestros hijos para que no se avergüencen del reparto. ¿Cómo explicarles que un prócer político pasa de banderas y que unos regidores no son capaces de asumir la tarea que les corresponde, a saber: tratar de solucionar los problemas de su gente sin acudir a juegos malabares de fisco y púa, gestionados en territorio comanche?

En un encuentro familiar (estoy emparentado con él en transitivo) tuve ocasión de decirle a Peter Caruana, cuando estaba en activo y mandaba mucho, que hubiera dado cualquier cosa por tenerle de nuestro lado, ¡qué bien saben los yanitos parasitar de todo lo que esté a mano y administrar sus posibles! En Corea del Norte (Picardo dixit) no nos llega la camisa al cuello ni siquiera para enfrentarnos al terrible mal común y apartidista que estamos padeciendo. Los nuestros, hechos a desear que los problemas de La Línea los resuelvan en Gibraltar, se apresuran a sacar a la colonia de la ruina que les esperaría con una verja bien administrada y en su punto.

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