La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

La paguita de Sánchez

En Italia acaban de aprobar el 'bono niñera'; allí se han acordado de sus abuelos... ¡y hasta de los tíos!

Estrictamente no sería la "paguita de Pedro Sánchez", sino la "paguita de Pablo Iglesias". Pero para eso tendríamos que obviar el juego de apropiación y expropiación de iniciativas con el que suelen traficar los partidos cuando dependen de la geometría múltiple variable para gobernar. Son las consecuencias de haber enterrado las mayorías absolutas. Y los mensajes que antes sólo distraían hacia dentro ahora se distorsionan y saltan fuera con altavoz en función de hacia dónde sople el viento, de si el proyecto camina hacia el éxito o el fracaso y de cuánto chirríe la iniciativa de turno con los postulados de cada bando.

Me refiero al Ingreso Mínimo Vital (IMV). Cuando todavía no saben los ayuntamientos ni qué margen ni presupuesto tienen para gestionar, las calculadoras empiezan a pulular a pie de calle. Me contaba mi hermano este fin de semana que está teniendo problemas para contratar: después de tres meses de cierre por la pandemia, está reactivando sus negocios para el verano y ya hay quien le ha dicho que prefiere esperar a ver si le trae más a cuenta cobrar el IMV... En seguida recordamos el estigma que nos cayó a los andaluces con la paguita del PER.

¿Habremos aprendido? No malinterpreten el título de este artículo. Defiendo la iniciativa, creo que un país como España, con un Gobierno de izquierdas, tiene que marcar una salida solidaria a la crisis del Covid, pero también creo que estamos en un momento clave para saber si somos capaces de afrontar la "reconstrucción".

No puede haber espacio a la picaresca. Me descargué el BOE cuando se publicó la medida y me leí los detalles sobre las multas por fraude. ¿Pero estamos preparados para gestionarlo? ¿Para evitar que ocurra y para atajarlo? Sin trampas ni enchufismos; sin margen para la duda. Porque el IMV tiene que salir bien; por las miles de familias que han quedado desahuciadas y porque, como le espetaron a los Reyes este lunes en Las Tres Mil de Sevilla, lo que urge es "empleo, no caridad". Me llamó la atención que, desde el barrio más pobre de España, lo que reivindicaban las vecinas (salieron ellas más que ellos) fuera dignidad. Una oportunidad.

Ese mismo día, Italia aprobaba el llamado bono niñera; allí se han acordado de sus abuelos... Lo del sueldo de 1.200 euros tiene (mucha) letra pequeña, pero me quedo con el espíritu de la medida. Esta mañana leían en la radio las portadas con que la prensa española saludaba hace justo 15 años la aprobación del matrimonio gay. ¿Meterse en charcos no es gobernar?

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