Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Un otoño duro

Con o sin rebrote, las gripes, catarros y neumonías del otoño serán abordados en principio como casos sospechosos

Tan fuerte como la resilencia es la inconsciencia. Aunque la epidemia de Covid en España se ha venido a los suelos, la pandemia es más grave que en marzo. La cifra de muertos en Estados Unidos -ya hay 113.000- se sigue incrementando, mientras que Perú, Brasil y Chile escalan hasta lo peor de la curva. Pronto se abrirán las fronteras y comenzaremos a importar casos, esto no se ha acabado, y aunque España está ahora más preparada que en marzo, el otoño será muy duro en los hospitales. Con o sin repunte de la curva.

España ha introducido unos controles muy estrictos sobre los llamados sospechosos, cualquier persona con una sintomatología de tos, fiebre, dolor de cabeza y pérdida de olfato es tratada como un posible caso de Covid-19, lo que lleva aparejado un diagnóstico por PCR y su aislamiento en el tránsito. Cuando lleguen los meses de otoño, la gripe común y otras enfermedades propias de los fríos, como algunas neumonías, serán abordadas en un principio como casos de Covid-19, lo que provocará una presión inmensa sobre los centros de salud y los hospitales.

Esto no es un riesgo, esto va a ocurrir. Con o sin rebrote de Covid, las gripes del otoño y del invierno, y los catarros de los niños y mayores ya no serán abordadas como enfermedades livianas que, en la mayoría de los casos, se solventan en casa y, en muchos otros, sin ni siquiera acudir al médico.

Sería terrible que llegásemos al otoño, además, con un incremento notable de los casos importados de Covid, por lo que no sólo no hay que bajar la guardia, sino aumentarla. El SAS va a tener que mantener las contrataciones extraordinaria que ha realizado a causa de la pandemia, no puede desatender los centros de Atención Primaria y debe preparase para adoptar medias drásticas si no desea que los hospitales vuelvan a estar al borde del colapso.

Las alegrías de algunos políticos bordean la temeridad. El consejero de Educación, Javier Imbroda, asume la apertura del nuevo curso con "normalidad", palabra que repite como un talismán como si su simple invocación espantase al virus. Andalucía es una de las pocas comunidades donde los colegios no se han abierto, pero Imbroda es feliz ante el otoño. Ahora ya sabemos que los países estrictos -han sido pocos, la verdad- han podido compatibilizar la actividad económica con medidas sanitarias eficaces tomadas muy a tiempo. Las mascarillas serán necesarias, pero la dotación hospitalaria, imprescindible.

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