Los olvidados

El olvido al que ha sido condenada esta mayoría de catalanes es un episodio vergonzoso de la democracia

Apena volver a insistir, pero la cuestión catalana se ha convertido en cita ineludible, dada la beligerancia del secesionismo, que, falto de mejor programa, vocifera y gesticula, y lo continuará haciendo mientras la mayor parte de su clerigalla viva del presupuesto público gestionado por sus autoridades. En estos días ha vuelto a cobrar relieve las reacciones de hartazgo de esa mayoría de catalanes que no quieren dejar de ser también españoles. Toda esta inmensa población, si se exceptúan dos o tres momentos del pasado año, se ha visto obligada a mantenerse silenciosa largo tiempo, allí en su Cataluña, es decir en su España. Estos dos millones de votantes, partidarios de la racionalidad política han sido marginados por los nacionalistas, pero -lo que aún es peor- han sido olvidados por el resto de España y por consecutivos gobiernos de la nación. Éstos, a pesar de sus matices políticos, han buscado siempre el beneficio inmediato de los pactos por arriba con los nacionalistas, confiando que una serie continua de concesiones acallaría su ambición. Mala táctica (porque son insaciables) y los perdedores han sido esos dos millones de voces que también han sido defraudadas, una y otra vez, por los socialistas catalanes. ¿Cómo se ha podido transigir tanto? ¿Por qué estas voces silenciadas, humilladas y ofendidas han debido replegarse en sus casas, faltos de libertad en los espacios públicos, sin que les llegue el calor solidario del resto de los españoles? Se han visto obligados a encogerse, hasta que, como al protagonista de la Metamorfosis de Kafka, los independentistas les llamen bichos con toda impunidad. Un nuevo paso. Los siguientes pueden ser, en los ayuntamientos de mayoría secesionista, recluirlos en barrios cercados y obligarlos a llevar bien visibles yugo y flecha, por españoles y, por tanto, fascistas.

Éste ha sido uno de los episodios más vergonzoso e indigno del actual periodo de la democracia española. El olvido al que ha sido condenada esta mayoría, con el silencio como única alternativa ante la intransigencia de un nacionalismo, que ha contado con la connivencia (ciega y oportunista) de los gobiernos de España. Por fortuna, algo se mueve entre estos olvidados, aunque de momento solo sean actos simbólicos. Convendría recordar cuánta es la deuda que se tiene con estos catalanes y españoles, a los que el secesionismo ha arrebatado la lengua propia y parte de su cultura. Hasta ahora, esa exclusión ha sido pasivamente contemplada. El resto de los españoles debemos reparar esta gran deuda.

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