La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

El objetivo era un pulso a la Iglesia

En el fondo querían demostrar su particular concepto de aconfesionalidad, una suerte de reivindicación adolescente

Al leer algunas informaciones y opiniones sobre el acto de homenaje civil a las víctimas de la pandemia, uno tiene la impresión de que el objetivo principal para algunos era que la Iglesia Católica apareciera orillada, reivindicar el papel aconfesional del Estado (que algunos interpretan retorcidamente) y demostrar que se pueden seguir liturgias emotivas sin necesidad de altares ni inciensos. No debían ser esos los fines principales del acto, pero el anticlericalismo rancio y trasnochado impera en una parte de la sociedad española. Nos machacaron en diferentes radios y televisiones con que estaban invitadas "todas las confesiones religiosas que hay en España". Hasta el CIS de Tezanos (qué lástima que el organismo lleve aparejado el apellido) reconoce que siete de cada diez españoles se confiesan católicos. A algunos les daba urticaria la mera referencia a la Iglesia, pero nunca les da cuando se trata de suplir la cantidad de frentes asistenciales a los que no llega el Estado: sanidad, dependencia, comedores sociales, guarderías, centros de estimulación precoz, orientadores en la búsqueda de empleo... El arzobispo de Madrid, cardenal Osoro, acudió al acto. Ni el presidente Sánchez ni el vicepresidente Iglesias asistieron al funeral en la Catedral de la Almudena. Siempre tan prestos a celebrar el ramadán en las redes sociales, no tuvieron tiempo ni consideraron idóneo participar en aquel funeral, como si eso indicara una alianza (nunca deseable) entre la Iglesia y el Estado. Les molesta tal vez que, si no fuera por la Iglesia, mucha gente no comería en España. Literalmente. Demuestran que gobiernan para una sola parte de la nación, les falta sentido institucional, altura de miras y hasta educación. Buscan el gesto de desprecio o de desdén que aprendieron de aquel Zapatero que no se levantó al paso de la bandera de Estados Unidos. Izquierdismo adolescente de salón. Felipe González tuvo buenos asesores en el clero, entre ellos algunos sacerdotes que colaboraron activamente con los gobiernos socialistas de la Junta. A alguno de ellos, que entraban y salían de la Moncloa con alta frecuencia, lo tratamos en varias ocasiones. "Felipe aprendió pronto, con independencia de las creencias, que la Iglesia proporciona un orden en valores. Y todo gobernante necesita el orden". Parece que algunos de los gobernantes de ahora no terminan de ser adultos, de soltar la pancarta y de olvidar el delegado de clase que promueve las huelgas. Es irrisoria hasta la estética de disfraz lucida ayer por algunos barandas, propia de inmaduros que no saben estar. La cosa recordó en algún momento a esas primeras comuniones por lo civil que fuerzan los padres fantásticos.

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