La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

¡Con mis niños no se juega!

Beben en el velador o en el chiringuito mientras los retoños se apretujan en juegos, pero exigen al colegio lo nunca visto

Están calentando motores de una forma descarada. No se ha oído una queja en todo lo que llevamos de verano ante una estampa mil veces repetida: los papás liban en un chiringuito o en una terraza de veladores mientras la descendencia juega revuelta a pocos metros. Pero lo que preocupa es el colegio. ¡Oh! Esto recuerda a los papás que pagan dócilmente la cerveza en el bar, pero claman al cielo por el precio de los libros. ¡Hombre, por favor! Las discotecas han abierto hasta antes de ayer, los restaurantes y las cafeterías que quieren están abiertos, como los gimnasios, las tintorerías, las heladerías, etcétera. Pero aquí el problema es el inicio del curso. Se leen mensajes de los papás que no se sostienen. Exigen un rigor, unas medidas de seguridad y unas certezas que no son reclamadas en las playas, en los parques o en los hoteles. Los sindicatos comienzan a jalear la fecha desde que han visto el filón. El arranque de curso está politizado como no lo ha estado la reapertura de miles de negocios. El histerismo interesado está servido. Nos vamos a enterar, por si no lo sabíamos, de quién manda de verdad en el sistema educativo español, esa empanada repartida en 17 trozos donde los profesores tienen los pies de barro. Nunca vemos quejas por la falta de excelencia en la enseñanza, por la falta de aplicación de criterios mínimos de dureza y exigencia, por el orillamiento de las Humanidades, etcétera. Los papás prefieren vivir al día, no tener problemas en casa y exigir, exigir y exigir todo aquello que les evite una preocupación. Los colegios se han convertido desde hace muchos años en proveedores de servicios y no en lugares donde se educa, se fomenta el habito de estudio y se forjan pensamientos críticos y, por lo tanto, libres. Si el proveedor falla según nuestras expectativas, pedimos la hoja de reclamaciones. "¡Con nuestros niños no se juega!", se oye con demasiada frecuencia. Los que en realidad están jugando son ellos: los papás. No extraña que cada día se aplique cada vez más una suerte de educación defensiva. Tampoco extrañará que las bajas aumenten en el profesorado en cuanto avance el mes de septiembre. ¿Están nuestros profesores preparados para aguantar la presión extraordinaria que se les viene encima? Si llevan años desautorizados por una clase política a la que interesa más tener tranquilos a los progenitores y que ha puesto en el mismo nivel a los docentes, los discípulos y los padres. Sigan dejando que los niños se mezclen entre ellos en el parque y en el chiringuito. Llena ahí, que el verano es para disfrutarlo, que la vida son dos días. Y, por cierto, que no pongan deberes a los niños. ¿Qué se han creído estos profesores? Pon algo de tapa.

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