La otra muerte de Blanco White

Las 'Letters from Spain' publicadas en Inglaterra por primera vez en 1822 no vieron la luz aquí hasta 1972

La casualidad, siempre caprichosa, ha hecho coincidir la muerte del filólogo y sacerdote onubense Antonio Garnica con el inicio de la presente edición de la Feria del Libro Antiguo que en su modestia, casi sin hacer ruido, tiene sede estos días en la Plaza Nueva. Hubo un tiempo, no muy lejano, en que las obras de José María Blanco White había que encontrarlas en España rebuscando en contadas bibliotecas, cuando no en alguna de las excelentes librerías de viejo que abundan en Reino Unido. Hoy nos parece mentira, pero las Letters from Spain publicadas en Inglaterra por primera vez en 1822 no vieron la luz aquí hasta 1972 (¡ciento cincuenta años después!), en edición precisamente de Antonio Garnica.

Si alguna vez me preguntan por un libro sobre Sevilla, digo Cartas de España, que nada más por la descripción rica y detallada de la procesión del Corpus pienso debería ser de obligada lectura. Se suele citar Cartas de España como exaltación de las bondades de la Inglaterra liberal y protestante de principios del XIX, en contraste con la España romántica y profundamente católica de Fernando VII de la que huyó Blanco White para no volver. Pero el libro también es una magnífica obra costumbrista escrita desde el pesimismo desencantado de quien sólo ve para su tierra un futuro de pobreza y división. Es el libro de un ilustrado, de un intelectual, de un heterodoxo, que diría desdeñoso Menéndez y Pelayo, también de un emigrante. Pero sobre es todo una mirada crítica y, por ello, durante mucho tiempo silenciada.

En la magnífica introducción al volumen editado en su día por la Fundación Lara, escribe Garnica que Blanco vino al mundo dos veces: la primera cuando nació en 1775 en Sevilla, donde vivió en el Barrio de Santa Cruz toda la infancia y juventud, hasta llegar a sacerdote con canonjía en la catedral; y después cuando llegó a Inglaterra en 1821 para abrazar la fe protestante, fundiendo en sus un doble apellido el linaje irlandés (White) de su familia y el origen español (Blanco) del que nunca llegó a renunciar. Ahora, sabida la muerte de nuestro escritor en Liverpool en 1841 donde pasó sus últimos años tras residir en Oxford y otras ciudades inglesas, leyendo la noticia de la muerte del cura Garnica bien podríamos decir que el mismo Blanco ha vuelto a morir un poco, aunque solo sea para homenajear a quien tanto hizo para recuperar su obra y su memoria.

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