Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

El móvil avisa de la muerte

El 'momentito' en la sala de espera del ambulatorio es una plataforma del negocio de la telefonía móvil

Un momentito, voy a cambiar de consulta porque se ha estropeado el ordenador". Y la mujer de la bata blanca que lo dice se pierde al fondo de un pasillo.

El diminutivo es sospechoso, el diminutivo avisa del peligro, el diminutivo es una bomba.

Un momentito en la sanidad pública equivale hoy a un tiempo ilimitado. Es un fenómeno por investigar. Pocos se atreven: indagar en la naturaleza y las características del momentito en el interior de un centro de salud es, ahora, una tarea hercúlea. No, es más propia de Sísifo. No se atisban frutos satisfactorios para quien decida invertir neuronas y tiempo -sobre todo tiempo- en descifrar el momentito.

El momentito se extiende, se expande. Es inabarcable. Los seres humanos van menguando, consumiéndose. El momentito crece, devorándolos. Y a pesar de su aumento nunca deja de ser un diminutivo. Voraz y chulesco como un enano faltón, es un microorganismo que taladra a los pacientes...

Que -oh, tecnología- han encontrado una distracción.

Ese momentito en las salas de espera de los ambulatorios es otra gran plataforma de negocio descubierta por los estrategas de las compañías de telefonía móvil. La intercomunicación inalámbrica que hace posible transmitir en tiempo real desde el asiento de plástico por qué estás ahí, aguardando a que el médico pronuncie tu nombre y tu primer apellido, y no en otro lugar, es otro avance imponente, es el progreso desarrollándose como tu enfermedad, creciendo implacable igual que tu dolor. El smartphone se erige así en el comunicador de tu daño, de tu desperfecto interno. Transmites un whatsapp informando de tu ansiedad, tu angustia, tu paranoia. O simplemente de tu cansancio o tu aburrimiento rodeado de otros que, como tú, encorvados como gárgolas sobre su dispositivo, pasan el momentito nutriéndose de eso que algún baptizador de gilipolleces llamó "rabiosa actualidad".

Esa acumulación y propagación de chismes y cotilleos y pamplinas mediante que saltan con alertas es la pandemia actual. Entretanto, nos sentimos más afectados por otros achaques y pedimos cita con el médico, al que aguardamos un momentito. Y para pasarlo sacamos el móvil, un aparato por el que ya nos llega ahora, como una esquela luminiscente, el aviso de una muerte. Y entonces, joder, el teléfono no miente.

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