La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La mortadela Illa a precio de jamón

El ministro en Cataluña es la prueba de que el presidente sabe perfectamente qué sociedad gobierna y en qué tiempo vive

Sánchez coloca al alfil Illa en Cataluña porque las tripas de las encuestas del servil Tezanos, en otro tiempo un sociólogo de prestigio, le garantizan un buen resultado. Y eso dice mucho de la política y la sociedad actuales. Un ministro de Sanidad que se da el piro en plena pandemia, con más de 60.000 muertos y un proceso de vacunación a paso de tortuga, no está precisamente llamado a afrontar nuevas empresas. ¿Pero por qué se soporta la apuesta por Illa? Porque vivimos tiempos líquidos. No importan ya los argumentarios, sino los eslóganes. Qué más da el resultado de la gestión cuando se tiene buena imagen, estética de intelectual y gafas de pasta que proyectan una fachada de empollón aplicado sostenida por los puntales del postureo. Illa no ha sido un buen ministro, pero parece un buen ministro. Y con eso basta. ¡Al cuerno la meritocracia! El absurdo ministro de Cultura, un tal Uribe, dijo en TVE que los ministros no han aprobado ninguna oposición para serlo. ¡Cáspita, una verdad! Ni con Franco ganaban oposición. Eran a dedo entonces y lo son ahora. Enviar al centurión Illa a las provincias catalanas prueba que el presidente Sánchez conoce a la perfección la sociedad en la que vive y gobierna, tiene perfectamente diagnosticado el tiempo que le ha tocado vivir y sabe que ni mucho menos hará el ridículo con esta apuesta. Sólo el márquetin es capaz de presentar la mortadela con precio de jamón . Y son los tiempos en que más vale caer bien que ser bueno. ¿Recuerdan aquel debate entre Pizarro y Solbes? Ganó Solbes, pero tuvo la razón Pizarro. Malos tiempos para el prestigio, que no cotiza. Malos tiempos para la gestión, que importa un comino si no va acompañada de una buena ración de eso que te venden en un máster como "comunicación política". Malos tiempos para todos esos valores que revelan autenticidad, trabajo, mérito, esfuerzo, compromiso, diligencia, buena fe, excelencia y, en consecuencia, resultados. La prueba de que da exactamente igual todo, de que no importa nada que seas un verdadero fiasco en la gestión, es que Illa es el candidato a la presidencia del Gobierno de Cataluña, una región lastrada por el separatismo y víctima de cambalaches y bochincheros. La imagen que se proyecta es la de que todo da igual. Hace tiempo que en la política mandan los departamentos de márquetin con sus correspondientes Arriolos e Ivanes Redondos. Al final será verdad que tenemos los políticos que nos merecemos. El lobito está cobrando y las ovejitas pagando... Qué guapo es Sánchez. Qué buena imagen tiene Illa. Qué bien le quedan las gafas.

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