Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

64,8 millones de... gracias

Decir que esa cantidad de millones que el rey emérito "transfirió" a Corinna fue por amor no suena muy bien

El archiconocido -o quizá no tan archi como creíamos, porque lo estamos conociendo mucho más ahora- Juan Carlos de Borbón le dio a Corinna Larsen 64,8 millones de euros -así, como suenan: sesentaicuatro coma ocho- por "gratitud". Ah, y "por amor". Pero no suena bien. Hablar de esa cantidad de guita y de amor, así, tan juntos, no suena muy bien, la verdad. Y eso le debe parecer al fiscal Yves Bertossa, que fue a quien ella se lo dijo en su declaración. Sé que tampoco suena muy bien decir que puede ser una cantidad transferida (*) en concepto de "servicios prestados", pero es inevitable, al menos, pensarlo. Ocurre que es muy conveniente para este escriba plebeyo dejar en esta columna la libertad de otorgar a esa expresión entrecomillada el significado, y sobre todo el contenido, que esté dispuesto a imaginar cada cual según las alas, el fuselaje y la capacidad de vuelo de su imaginación. Sospecho que va a haber coincidencias, la mayoría viajando en una aerolínea mental de bajo coste compartiendo detallismo y pormenores: ya saben, el pueblo -mayormente la varonía- largando del rey, el emérito, el emérito, de su aventurerismo exconnubial y de su campechana dadivosidad para con ella. Ahí lo llevas, Cori.64,8 millones de napos.

El emérito ha cumplido con la máxima chejoviana de que "una mujer puede ser amiga de un hombre solamente en esta sucesión: primero conocida, luego amante, después amiga". Es que los reyes, me parece, lo tienen más fácil. Pero a los hombres de parejas heterosexuales del vulgo que han intercambiado sudor y besos y fluídos y risas y lágrimas y que han compartido copas y cigarros y lo que se haya terciado, y ahora pagas tú y ahora invito yo, y para los que la palabra millones es eso de lo que se habla cuando -ya sea de forma intensa o sin ganas pero siempre dominados por un tedio insoportable- se habla de otros, como del emérito, les cuadra más esta otra de Bukowski: "Tienes que saber lo que realmente está diciendo una mujer cuando dice otra cosa". Así que difícilmente acertaremos cuando una mujer nos diga: "Cariño, hazme una transferencia (*)". Creeremos que es otra cosa. Y sin los millones del emérito nos afanaremos en eso otro. Haremos lo que podamos, obsesionados con el éxito y acongojados ante el fracaso. En efecto, no era esa la transferencia. A un rey no le preocupa esa confusión: y si no da las gracias, transfiere millones.

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