Decía Lovecraft, maestro literario del terror, que "de todas las emociones humanas, la más antigua y más poderosa es el miedo, y de todos los miedos, el más antiguo y más poderoso es el miedo a lo desconocido".

El miedo es una emoción desagradable, pero saludable, necesaria y adaptativa. Sin embargo, el miedo intenso y extremo lleva a un bloqueo emocional que, en muchas ocasiones, nos paraliza. La consecuencia es que nos anula la capacidad de reaccionar o de buscar soluciones.

La incertidumbre es la gran amiga del miedo. La incertidumbre me dice que no sé qué puedo hacer, ni qué puedo esperar, que no tengo control sobre la situación que me depara el futuro.

El temor a ser contagiado por el otro tiene su lógica en el contexto de una pandemia que se transmite a través del contacto humano. Lo irracional es pensar que solo lo portan los extraños, sobre todo, cuando en el entorno familiar se producen hasta cinco de cada diez contagios.

El miedo al contagio es una realidad con la que convivimos. Así lo reflejan los resultados de un sondeo, donde el 70% de los participantes ha admitido tener miedo de contagiarse por Covid-19 en su entorno más cercano.

El miedo se acentúa cuando a tu alrededor conocidos y amigos dan positivo, o cuando esta semana nuestros niños y niñas vuelvan al colegio y, sin embargo, desconocemos qué va a pasar en las aulas. Pero, utilicemos el miedo como palanca o punto de apoyo para sobrellevar este periodo de incertidumbre. Nos irá mejor.

En general, los niños reciben mejor que los adultos todas las medidas de prevención, si se les explica el porqué de las cosas. La solución no está en no llevar los niños a la escuela. El colegio no es una burbuja, ni puede serlo. Si el virus circula por la zona en la que está el colegio es tan probable contagiarse en el centro como en el entorno social y familiar.

Es importante que sepamos ver en los niños su capacidad de involucrarse en la autoprotección y protección de los otros, pues también son poderosos agentes de cambio. Y no olvidemos que no poder ir a la escuela es la mayor vulneración de los derechos del niño, porque no sólo se forman, sino que también socializan, y crean una identidad.

Recordemos siempre que si guardamos las medidas de seguridad no nos pasará nada. Y asumamos la idea de que todo en esta vida no se puede controlar. No puedes controlar tu vida al cien por cien y tampoco la vida de tu gente, tus familiares, tus seres queridos.

El virus es un problema global y solo se puede combatir con responsabilidad individual y comunitaria, solidaridad y civismo.

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