Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

No por mucho madrugar

Los largometrajes que he revisitado con gozo han sido estadounidenses en su mayor parte. Dios salve a Hollywood

Las traducciones de películas del inglés al español son muchas veces misteriosas, si no malabaristas o asumidas por un distribuidor cutre. Por ejemplo, el celebérrimo brindis que Denys hace, derritiendo a Karen, en Memorias de África reza en la versión española "Por la cándida adolescencia". Muy evocador, por cierto, aunque el original en inglés es "Doncellas de labios rosados, chavales de pies ligeros". No queda muy lejos la traducción, sin ánimo de literalidad pero sí de respeto al significado (la traducción de la poesía es para mí alquimia, territorio de poetas en la sombra, a veces más valiosos que el propio original). En estos días de confinamiento domiciliario, convivencia forzosa aunque, por qué no, gozosa o al menos serena; fallido programa multitarea, tiranía del plan de comidas y poco convencida lucha contra el engorde, muchos de nosotros hemos vuelto a películas que nunca hubiéramos vuelto a ver si no hubiese sido por esta fatalidad colectiva importada de China. Los largometrajes que he revisitado con gozo han sido estadounidenses en su mayor parte: bendita importación, esta, y no sabría decir si lo digo con ánimo de comparar balanzas exteriores emocionales: no hay color. Pero esa es otra bien distinta. Dios salve a Hollywood.

Jack Torrance (Jack Nicholson, en El resplandor de Stanley Kubrick) se encuentra con su demonio interior y la semilla negra que brota en su aislamiento en un costeado hotel de montaña, en pleno invierno, al que se retira con su mujer y su hijo como guardeses, con la intención de escribir una novela. Ah, la soledad creadora. Cuántos y cuántas veces nos habremos deseado, en falsete quizá, tal planazo. Después de un periodo, digo a voleo, parecido al que llevamos confinados por el estado de alarma, la ingenua y dulce Wendy, su esposa, descubre que todo lo que lleva escrito en decenas de folios golpeando con fuerza el teclado de la Adler es, una y cien veces: "No por mucho madrugar amanece más temprano". En fin, ustedes tienen en este periódico una magnífica oferta informativa -busquen, comparen y si…- sobre la ya larga crisis del coronavirus, y cabe este divertimento. Amanecerá, tarde o temprano, y ya algunos hemos soñado con una aurora boreal. Por cierto, en el original, Jack escribe en realidad algo así: "Sólo trabajo y nada de juego convierten a Jack en un chico aburrido". Un guiño a Chiquito (disponible en Youtube para diez minutos diarios de abdominales espasmódicos): ¡no te aburras, cobarde!

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