la esquina

José Aguilar

La limpiadora y el artista

UNO de los más hilarantes cuadros de la adaptación que hizo Els Joglars del cervantino Retablo de las maravillas se ha hecho realidad en un museo de Dortmund (Alemania): la mujer de la limpieza se ha cargado una escultura valorada en 800.000 euros. La realidad imita al arte.

En el entremés de Cervantes unos cómicos se aprovechan de la bobaliconería de todo un pueblo ofreciéndoles una función insólita: sólo verán la historia aquellos espectadores que sean cristianos viejos. Nadie ve nada, porque nada había para ver, pero todos se declaran maravillados para que no les tomen por gente bastarda con ascendencia judía o mora. Presumir de pureza de sangre a toda costa es lo que les movía.

Els Joglars trasladan el enredo, entre otros sitios propicios al papanatismo, a un museo de arte contemporáneo, donde una limpiadora arrasa una obra que pasa por excelente para todos los esnobs que no se atreven a cuestionarla a fin de que nadie pueda dudar de su modernez. En realidad se trata de una variante del cuento oriental sobre el emperador que iba desnudo recopilado por Andersen. Bueno, pues ahora ha pasado en la vida real, como digo, en un museo de Dortmund, donde la limpiadora ha borrado a base de estropajo las manchas de cal que afeaban la escultura de un artista ya fallecido (titulada Cuando empieza a gotear el techo) sin caer en la cuenta de que las manchas no eran tales, sino rótulos pintados por el artista como parte inseparable de su creación.

Por favor, busquen en Youtube o en los digitales fotografías de la escultura destrozada por la limpiadora. Verán una estructura a modo de torre hecha a base de tablas de madera clavadas unas en otras, con letreros colgados y, ya en el suelo de la sala, un baño de albañil con restos de yeso diseminados a su alrededor (los que la fregona ha hecho desaparecer). En mi profana opinión, uno de esos camelos que nos venden por arte contemporáneo porque nadie se atreve a decir que son camelos. El sábado pasado, sin ir más lejos, me topé con algunos ejemplares de esta suprema mercancía para pánfilos en el Guggenmheim bilbaíno. Hace un par de años, en la antigua cárcel de Vigo convertida en centro cultural, un artista epataba a la concurrencia con un cuadro que consistía en la superposición de fotocopias de sus declaraciones de la renta durante varios años. ¡Qué pena que la cárcel ya haya perdido su función!

Los directivos del museo de Dortmund han anunciado que estudiarán qué capacitación tiene el personal de la limpieza que contrataron. ¿Qué tal si los catetos de todo el mundo examinamos la capacitación de ciertos artistas conceptuales, sus críticos, marchantes y otros siervos de la pureza de sangre cultural?

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