Cambio de sentido

El lenguaje de la corrupción

Las metáforas usadas por los corruptos en sus mensajes no son superadas ni por los camellos

Ahora que se está celebrando en Cádiz el Congreso Internacional de la Lengua Española, aprovecho para abrir un melón (o línea temática) dulce como el caramelo: las figuras retóricas en la jerga de los corruptos. La riqueza del español en la corrupción, y también en la lucha contra la misma, no está suficientemente ponderada. Lo pensaba el otro día a propósito de la trama de espionaje que se investiga en el marco de la Kitchen -ojo al anglicismo-. En las conversaciones, el secretario de Estado de Seguridad y un alto mando policial hablan de "algodón". "¿Sigues teniendo algodón?", le pregunta el primero al segundo. "Claro", responde. A saber cuál es el término real al que sustituye el término figurado. Estas cotas de pureza en el uso de la metáfora no son superadas ni por los camellos, a los que ya el personal, incluida la pestañí, les tiene cogidos los tropos y las metonimias. La mafia, los narcos, las tonadilleras y quienes cobran en B también son admirables en el uso de las metáforas, aunque nada comparado con los audios de Villarejo, que son un templo a la analogía y el sobrentendido. Sólo le moja la oreja Queipo de Llano y su café.

No sólo de metáforas y de eufemismos se nutre el estilo del corrupto. Gusta mucho del alcume, que diría un gallego, de los apodos y sobrenombres, que son, al cabo, metáforas personalizadas. El Bigotes, Tito Berni, Pepín y Chiqui, el entrañable Albondiguilla, el Barbas (vulgo M. Rajoy), Cospedín, el Chef, la Rubia, la Pequeñita y hasta un tal el Polla… Ni en mi pueblo se las gastan tan duro rebautizando como en una trama corrupta.

Pero la función poética del lenguaje, a mi entender, no debe sólo buscar la belleza; ha de procurar emocionar. Lean las conversaciones de los presuntos corruptos, sus expresiones rezuman amor. ¡Lo que se quieren los compi yoguis! "Eres un crack" o "Te quiero mucho", se dicen. Los famosos mensajes del ex número 2 de Interior con el Presidente de la Audiencia Nacional son de una gratitud sin contornos, perfectos además para observar el uso de las subordinadas sustantivas, que en eso se distinguen del lenguaje también afectuoso, pero deslavazado, de las borracherías.

No puedo despedirme sin ensalzar la creatividad de quien sea que se encargue de bautizar las operaciones y las piezas separadas: Gürtel, Mediador, Nécora, Manolos, Garrafón, Guateque… Gran servidor público quien nos deleita con tan sugerentes títulos. ¡Parad el Congreso! Reclamo ponencias de todo esto en Cádiz, ¡ya!

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