Tribuna de opinión

José Ignacio Landaluce Calleja

Alcalde de Algeciras

Que no jueguen más con nuestro futuro

“Ya no se trata de que estos problemas ferroviarios afectan a la imagen del Puerto de Algeciras, sino que pueden lastrar la confianza de grandes empresas”

El mayor portacontenedores del mundo, el 'HMM Algeciras', durante su estancia en el Puerto.

El mayor portacontenedores del mundo, el 'HMM Algeciras', durante su estancia en el Puerto. / Erasmo Fenoy

El que fuese presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, dijo en una ocasión que en la vida hay algo peor que el fracaso, y es no haber intentado nada. Esta reflexión, que ha cobrado incluso más valor si cabe con el paso del tiempo, se aplica a la perfección a lo que está haciendo, o mejor dicho, a lo que no está haciendo el Gobierno de Pedro Sánchez con Algeciras y el Campo de Gibraltar, ahondando en una herida que no deja de sangrar.

Que un tren descarrile, por desgracia, puede pasar, y de hecho ocurre, pero que un percance de esta índole, acontecido en la localidad cordobesa de Montoro, ponga en jaque al principal puerto de España, el de Algeciras, atando de pies y manos sus posibilidades de movimiento de mercancías, es algo sonrojante, bochornoso, esperpéntico, y al mismo tiempo, incomprensible. En lugar de acelerar las obras, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF),  que parece que le tiene un “especial cariño” a nuestra zona, anuncia que al menos hasta el 26 de este mes no podrá ser restablecida la circulación por esa vía, la única con la que cuenta nuestro puerto para mover sus mercancías por tren. Y si se fastidian los demás, pues que se fastidien, pero de actuar con celeridad nada de nada.

Pero además nos queda la duda de saber en qué plazo se hubiera solucionado este percance si en lugar de ocurrir en Andalucía hubiese sucedido, por ejemplo, en Cataluña, el País Vasco o la Comunidad Valenciana. Sospecho que estos plazos que nos perjudican se habrían acortado de manera más que significativa, y que en tres días todo habría vuelto a la normalidad. Si el puerto de Europa que ha sido considerado por el Banco Mundial como el más eficiente económicamente hablando del viejo continente y del Mediterráneo carece a estas alturas de la situación de una conexión ferroviaria en condiciones, acorde a las necesidades de un gigante logístico que mueve más de cien millones de toneladas de mercancías cada año, no es por falta de capacidad presupuestaria, sino tan solo por el desdén con el que Pedro Sánchez, parapetado tras una toalla de playa, continúa maltratando a una zona de un inmenso potencial, y que cuenta con un capital humano de primera magnitud.

Y es que cada vez que ocurre un imponderable, caso de las inundaciones registradas en la provincia de Málaga en octubre de 2018, quien se perjudica es Algeciras. Aquel hecho provocó que durante meses no hubiese tren con Bobadilla, por lo que los viajeros debían desplazarse hasta allí en autobús, pero también se resintió, y mucho, el tráfico de mercancías. Y todo por seguir contado con una vía férrea más propia de la era del vapor que de la actualidad. Ya no se trata de que estos problemas afectan negativamente, y mucho, a la imagen del Puerto Bahía de Algeciras, aino que puedan lastrar la confianza de grandes empresas, y que al final empleo y riqueza se resientan, lo que sería gravísimo e imperdonable.

Lo que nos duele a los algecireños y a los campogibraltareños es que en Madrid resuenen risotadas cuando llegan las legítimas reclamaciones de una tierra que clama al cielo para que este Gobierno deje, de una vez por todas, de jugar con su futuro, con nuestro futuro. No se puede estar de vacaciones cuando hay situaciones de tanta importancia como las actuales, que es necesario afrontar de manera inmediata, porque el tiempo pasa demasiado deprisa.

¿Dónde está esa lluvia de millones de euros con la que Sánchez y sus ministros iban a regar esta comarca para crear empleo, generar riqueza y prosperidad? Probablemente se haya quedado en el fondo del cajón de los olvidos. Siguen sin llegar inversiones, mejoras en las infraestructuras, refuerzos en servicios esenciales, y mientras todo esto ocurre, los dirigentes socialistas quizás aletargados por la ola de calor que hemos padecido en días anteriores, o quizás porque como andan de vacaciones (como casi todo el año), callan manteniendo un silencio cómplice, como si esto no fuese con ellos.

Pero aquí seguiremos, dejándonos la voz, la piel y el alma reclamando lo que en justicia nos corresponde, mientras que otros se colocan de perfil para pasar desapercibidos, ocultándose tras pancartas en lugar de dar un paso adelante y defender los intereses de sus conciudadanos, por muchas palmas que toquen. Lástima de ellos, que quedan retratados ante todos mientras permiten con su incapacidad política que esta tierra nuestra que tanto queremos no se desarrolle como es deseable, pero al final, el tiempo pone a cada uno en el lugar que le corresponde. Nuestro futuro y el de las generaciones venideras ha de estar por encima de los partidismos, de los colores y de las banderas, aunque algunos han preferido anteponer sus intereses serviles al bienestar general. Y así nos va.

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