El ingeniero Ryan

Si en los años 70 se apostó por la energía nuclear fue porque carecemos de recursos energéticos

En el país donde hay más oficinas gubernamentales y autonómicas dedicadas a la Memoria Histórica y a la Memoria Democrática, muy poca gente se acordará de José María Ryan. Pues bien, hagamos un interesante ejercicio de memoria histórica. José María Ryan era un ingeniero vasco que trabajaba a finales de los años 70 como ingeniero jefe de la central nuclear de Lemóniz, que había empezado a construirse en 1972. Pero ETA, muy activa en aquellos años, buscaba una causa que pudiera resultar simpática y que de alguna manera camuflara sus crímenes, así que decidió hacerse pasar por una organización ecologista y empezó a atentar contra la central y contra sus trabajadores. En 1978, los terroristas de ETA asesinaron a dos trabajadores de la central. En enero de 1981 secuestraron al ingeniero Ryan y exigieron la demolición inmediata de Lemóniz, casi terminada ya. Como el Gobierno no aceptó el chantaje, ETA mató al ingeniero Ryan y dejó su cuerpo abandonado en un bosque. Por lo visto, ese crimen no fue suficiente porque al año siguiente ETA asesinó al director de proyectos de la central nuclear. Dos años después, en 1984, el Gbierno de Felipe González declaró la moratoria nuclear y paralizó todas las centrales nucleares en construcción. Nadie nos lo ha querido explicar, pero en el recibo de la luz todavía estamos pagando el coste de esa decisión. Sólo el desmantelamiento de la central de Lemóniz costó 6.000 millones de euros, y hay que añadir los costes de varias centrales más que se estaban construyendo en aquellos años y que hubo que desmantelar.

Digo esto porque hay decisiones que tienen sus consecuencias, aunque nadie parezca dispuesto a reconocerlo en nuestra época. Si España apostó en los años 70 por la energía nuclear fue por una razón evidente: somos un país que carece de recursos energéticos y que depende del suministro ajeno. Francia tiene 58 centrales nucleares en activo y ahora mismo nos está vendiendo una gran parte de la energía que nosotros, hace casi 20 años, decidimos no tener por causas medioambientales muy nobles, pero también muy costosas. Y sí, ya sabemos que la energía nuclear da mucho repeluco -todo el mundo ha oído hablar de Chernóbyl-, pero ese miedo lo estamos pagando ahora en forma de carísimas facturas de la luz y de una amenaza muy seria de apagón energético. Hay que saberlo.

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