Por imperativo legal

La democracia de que hablaban los comunistas no era un fin sino un recurso para la sociedad igualitarista

La nueva casta, que el parecer popular sitúa en la izquierda, más allá de los ámbitos socialdemócratas, se consolida como las concentraciones de plancton en los océanos, para alimento de todos aquellos que quisieran ser los primeros habitantes de la madre Tierra. Mucho tiene que ver en ello esa izquierda evolucionada desde el marxismo, esencial para el equilibrio del sistema, que recela hasta de sí misma y que a pesar de su historia, necesita una redefinición de urgencia y de un líder con sentido de Estado y con el peso específico necesario para merecer el respeto de propios y extraños. Esperemos que de las elecciones catalanas no se derive una reedición del tripartito, pues hay dudas razonables de que en esa especie de depósito de pareceres diversos que es el PSC, impere la razón.

En mis tiempos de estudiante en la universidad llena de dinamismo de los años sesenta, ya extinguida, llegué a la convicción de que la democracia de que hablaban los comunistas -los que sabían de qué hablaban- no era un fin sino un recurso para acceder a la sociedad igualitarista. La gran mayoría de los comunistas eran demócratas por imperativo circunstancial. La democracia no era lo suyo, pero estaban dispuestos a integrarse y a tolerarla hasta que tuvieran el poder suficiente para desmontar el escenario. Naturalmente, las cosas son ya distintas y los viejos comunistas se han hecho mayores en edad y en juicio, se han acomodado a la sociedad del bienestar y prefieren quedarse en la teoría. De no ser así, se irían a alguno de esos pocos paraísos que aún quedan; Cuba, por ejemplo, que cuesta menos.

Ese ser lo que haga falta por imperativo legal, que oíamos en las proximidades de ETA, lo actualiza ahora la nueva casta. El adanismo podemita asume que el sistema es inevitable, que hay que tolerarlo, pero que de lo que se trata es de acabar con él para construir la "new age" del pensamiento único. Los sucesos de Cataluña, el esperpento aludido con la palabra "procés", nos han desvelado que esa supuesta izquierda está dispuesta a ser cómplice de cualquier iniciativa que conduzca a la aniquilación del Estado. Para ello, nada que objetar al origen de los nutrientes ni de los arrieros. En ello están, conviene tenerlo en cuenta, no sólo esos iletrados muchachos con pinta de zombis, también hay una legión de resentidos y de descerebrados. Dios nos libre de caer en sus manos; arderíamos como en el treinta y seis.

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