Qué cantidad de ikurriñas, majestad". El Circuito de Velocidad de Jerez se llenaba de banderas españolas cada vez que se celebraba el Mundial de Motos. Pedro Pacheco paseaba a Juan Carlos I por la pista mientras los colores rojo y gualda ondeaban desde las tribunas. "Cuántas ikurriñas hoy", comentaba con sorna el alcalde. Su hijo, Felipe VI, ha sido recibido esta semana con calor ecijano en la localidad sevillana, el Salón repleto de banderas, el pueblo entero en la calle, los alumnos de SAFA encantados, la otra España, la que es mayoritaria, también existe. Los Reyes vuelven este mes de febrero a Andalucía, irán a Almonte a estar con la Virgen del Rocío. Otro baño de masas. A Felipe VI no paran de hacerle feos desde que el 3 de octubre de 2017 puso al Estado a impedir la secesión de Cataluña. Rufián, Puigdemont y Quim Torra lo saben, y no se lo perdonarán nunca, pero España no es sólo Cataluña, aunque a veces parezca lo contrario, la monarquía -esta monarquía- es de lo mejor que tiene este país, no es servilismo ni ojana cortesana, es un símbolo, un saber hacer bien las cosas porque el horizonte es muy lejano, lo que se juega es la permanencia de una institución a la que se deben sus titulares. No es nada pesonal, por tanto. Sean bienvenidos, desen el gustazo porque, aunque no chillemos, también existimos.

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