Algunos hombres buenos

Por mal que lo hagan, siempre habrá un número más o menos grande de afectos al staff del Ejecutivo

Hombre es, con frecuencia, un término genérico; es decir, designa al "totum" de hombres y mujeres, pero en estos tiempos conviene advertirlo. No sólo por la cantidad de ignorantes que pululan las escenas del gran teatro del mundo, sino además porque una buena parte de profesores, redactores y comunicadores, de todas las hechuras, cae en la rutina del ruido que la vulgaridad les induce en el lenguaje. No es de extrañar que en no sé qué colegio, un anuncio en el que se advertía a los niños (sic) de seguir una determinada norma, las niñas interpretaran que la norma no iba con ellas y se abstuvieron de tenerla en cuenta, con el natural descalabro organizativo. La mediocridad nos ha invadido hace ya mucho tiempo. La Logse, aquella maldición que cayó en los ochenta, sobre un sistema educativo bastardeado por la política de perfil bajo, domesticó la ignorancia trasmitiéndola por las tuberías del discurso docente.

Siendo lo que hay, ha llegado esa indecente partícula orgánica que, como un parásito ávido de hospedería, acude a las células de los seres vivos sirviéndose de sus recursos para recrearse ad libitum. Tal está el paño social, que algunos observadores se preguntan cómo es posible que haya personas que consideren buena o aceptable la gestión del Gobierno ante la pandemia. Pues las hay, y por mal que lo hagan, siempre habrá un número más o menos grande de afectos al staff del Ejecutivo. Entre otras cosas, porque nadie podría asegurar que si hubiera otros, de más allá o de más acá, de lejos del todo o en el todo, estaríamos mejor de lo que estamos o en mejores condiciones de vencer al mal que nos aqueja.

Dicen que una manada de bravos con un manso al frente, actuará como si fuera de mansos, y recíprocamente: a unos mansos, un bravo al frente les contagiará su bravura. Yo más bien creo que la calidad de la tropa es decisiva; los bravos acabarán por desbordar la mansedumbre del manso porque la actitud de los bravos le inoculará bravura. Cuando la selección es fina, la calidad del personal neutraliza la mediocridad de sus dirigentes ocasionales. Es lo que pasa en la esfera de lo público: si no fuera por los funcionarios ¿qué sería de nosotros? Nunca mejor momento para recordarlo; cuando gracias a los colectivos que administran el día a día de nuestros bienes comunes, protegen y sanan nuestros cuerpos y nuestras almas, haciendo soportables nuestros miedos, vamos tirando…a pesar de los mansos.

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