La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La historia no se repite, pero avisa

En 1938 ningún país quiso aceptar a los judíos que huían de Alemania. Siendo distinta la crisis afgana, no debe olvidarse

Hay que recordar, ante la tragedia afgana, el vergonzoso fracaso de la cumbre de Evian: 32 países se reunieron a instancias de Roosevelt en esta localidad suiza entre el 6 y el 15 de julio de 1938 para estudiar la acogida de los miles de judíos alemanes y austríacos que querían huir cuando aún era posible hacerlo y sólo uno, la dictadura dominicana de Trujillo, accedió, a cambio de jugosas contrapartidas, a acoger a un alto número de refugiados. Hitler entendió el mensaje: tenía las manos libres para hacer con sus judíos lo que le viniera en gana porque nadie los quería; ni tan siquiera las mayores democracias del mundo, como Estados Unidos, que se negó pese a opinar Roosevelt lo contrario, o el Reino Unido, que rechazó acogerlos en la Palestina británica. Hitler bromeó sobre el fracaso de la cumbre diciendo que dejaría salir a los judíos "incluso en cruceros de lujo", pero el problema era que ningún país los admitía. Fue profético: un año más tarde, el 13 de mayo de 1939, el crucero de lujo St. Louis partió de Hamburgo con 900 judíos rumbo a América y hubo de regresar a Alemania tras ser rechazado por Cuba y los Estados Unidos (afortunadamente Bélgica, Francia, Reino Unido y Holanda aceptaron a los refugiados).

Tras el fracaso de Evian la futura primer ministro de Israel Golda Meir, que asistió a la cumbre como observadora, dijo: "Fue una experiencia terrible tener que sentarme en ese magnífico salón a escuchar a los representantes de 32 países levantarse uno tras otro y explicar lo terriblemente encantados que estarían de recibir a un alto número de refugiados y lo terriblemente tristes que estaban porque desafortunadamente no podían hacerlo". Un año después de la cumbre de Evian comenzó el exterminio de los judíos del Este de Europa y en 1941 se adoptó la "solución final" de exterminar a todos los de Europa.

Al ser la persecución alemana de los judíos, sobre todo la sistemática racionalidad con que se llevó a cabo el exterminio de seis millones de seres humanos a mediados del siglo XX por obra del país más culto del mundo, el punto más negro de la historia de la humanidad conviene, desde luego, no relativizarla comparándola con otras tragedias y genocidios. Pero tampoco se debe olvidar su lección viendo la desesperación de los miles de afganos que ya se sabe que no podrán huir de los talibanes y la negativa de muchos países a admitir a los que pueden hacerlo.

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