Tierra de palabras

Todos son hijos

Su madre, como cualquier otra, espera impaciente una llamada que confirme su llegada

En su escuela rural fue el alumno más aventajado; aunque de eso hace ya algún tiempo. Tenía que hacer proezas para llegar a ella pero no solía faltar ni un solo día. Le encantaban las ciencias naturales y que le hablasen del cielo y de nombres nuevos de nuevas estrellas. De noche, salía a buscarlas. Un niño muy especial para su pueblo.

Ha crecido y ahora es más alto que sus progenitores y también bastante responsable para la edad que tiene; al ser el mayor ha cuidado siempre de sus hermanos. Es muy querido y sus padres, al hablar de él, se sienten orgullosos: su primogénito que empieza a hacerse un hombre.

Es un chaval pacífico, de mirada limpia, amante del fútbol y más aún del baloncesto, deporte que se practica poco en su pueblo pero su padre le fabricó una auténtica canasta casera a la que venían a realizar lanzamientos todos los amigos de los alrededores.

Comenzó a fraguar su sueño en solitario por temor a que no lo apoyasen. Tras meditadas reflexiones se atrevió a exponer a sus padres el deseo que siempre guardó dentro; después de interminables charlas con ellos decidió dar el salto y probar un nuevo destino más prometedor ya que el trabajo allí era precario y él se sabía y se sentía merecedor de uno más digno. Al principio, a todos les pareció una innecesaria locura. Su madre, las madres así somos, se preocupa: demasiado lejos allí tan solo. A sus oídos ha llegado que hay de todo tipo de muchachos en esos grupos que anhelan un futuro distinto; pero él, mirándola a los ojos, le dice que confíe, que nunca olvidará los principios en los que ha sido educado y que no va a defraudarles.

Una vez que el paso está dado, la familia se hace más piña que nunca, pasan por encima del desarraigo y el desasosiego y comienzan a mover "papeles". Interminable la lista de requisitos para la partida hasta que llega el día. Los padres y hermanos lo despiden con tristeza mientras él, aguantando el tipo, les devuelve una trémula sonrisa.

Su madre, como cualquier otra, espera impaciente una llamada que confirme su llegada. Días más tarde es interceptado en una patera cerca de nuestra costa.

¿Verdad que este perfil bien podría haber sido el de uno de nuestros hijos que también emigran en busca de un sueño? Cuando los veas llegar, por favor, no olvides que todos merecemos las mismas oportunidades.

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