Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

Los héroes

No hay fines loables cuando el medio consiste en la ejecución de inocentes. Tampoco de culpables, que conste

Leo unas declaraciones de José Luis Rodríguez Zapatero en las que elogia la "contribución decisiva" de Arnaldo Otegi para poder ver "el final de la violencia" y considero, sin remedio, que lo del apoyo de ERC y el PNV al Gobierno de Sánchez e Iglesias se está vendiendo más caro, incluso, de lo que hacen ver los protagonistas de la historia. Y a lo mejor cabe plantear algunos matices, aunque sea para complicarnos la vida. Es muy cierto que si Otegi no hubiera inclinado la balanza etarra a la renuncia a las armas, ésta nunca se habría producido. Pero habría que preguntarse si lo hizo con el ánimo de evitar más muertes (un ánimo absoluto, determinante, relativo al principal axioma ético) o movido por la certeza de que la violencia ya no servía a la consecución de sus intereses. Es decir, podríamos preguntarnos si, en caso de que hubiera vislumbrado la posibilidad de hacer ceder al Gobierno con más crímenes, Otegi y, por extensión, ETA habrían renunciado igualmente a las armas para evitar más muertes o, por el contrario, habrían seguido apretando el gatillo. La verdad es que las declaraciones de Otegi sobre el asunto no me sacan de dudas, pero sí sabemos que el objetivo esencial de nuestro hombre sigue siendo el de desestabilizar al Estado para introducir en Euskadi un modelo de convivencia antidemocrático.

Porque cuando el PNV decide comprar ahora un sistema de dos ciudadanías en el que los derechos se reconozcan en virtud de la identidad territorial, lo que está haciendo es exactamente aplicarse el parche que Otegi ya pregonaba cuando ETA seguía con las bombas. Existe la tentación poderosa de subir héroes a los altares cuando de un preoceso de paz se trata, más aún cuando la sociedad parece resquebrajarse por el escrúpulo de algunos (los más ricos) contra otros (los menos ricos); pero si el empeño de Otegi sigue siendo el de favorecer un País Vasco en el que unos tengan más o menos derechos que otros a tenor de criterios nominativos, genéticos, ideológicos o identitarios, pues oiga, igual no es el héroe que necesitamos. Que sí, que sin Otegi ETA habría seguido matando. Pero la gracia del juego consiste en admitir que, para vivir en democracia, quienes dan por buena la vía del tiro en la nuca deben cambiar no sólo sus medios, también sus fines. No hay fines loables cuando el medio consiste en la ejecución sumaria de inocentes. Tampoco de culpables, que conste. Algo dijo Camus al respecto.

Y, bueno, recordemos que ETA dejó víctimas no sólo en Euskadi. En Sevilla, en Málaga y otras ciudades todavía esperamos que Otegi pida nuestra opinión. Por decencia.

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