Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

No hacer nada

No hacer nada, como Rajoy con Cataluña, es muy saludable y las autoridades sanitarias tendrían que recomendarlo

En su novela La séptima función del lenguaje, sobre la muerte de Roland Barthes tras ser atropellado por una furgoneta, Laurent Binent recrea un almuerzo al que François Mitterrand invita al filósofo y semiólogo y en el que también están Laurent Fabius y Jack Lang. En un momento de la reunión, Mitterrand, combusto por echar del Elíseo a Giscard -es 1980, lo conseguirá al año siguiente-, dice: "Rindámonos a la evidencia: es preciso tener una inteligencia admirable para convencer a los demás de que gobernar consiste en no ser responsable de nada".

Fue leer la frase y pensar en Rajoy. Algunos que lo conocen, bastante de ellos no necesariamente adeptos, destacan su inteligencia. No conozco de nada al tipo, pero es indudable que en las elecciones que ha habido últimamente ha sido el candidato que ha convencido a un mayor número de votantes. Es el presidente, es el jefe del Gobierno. Y hacerles creer a todos ellos -y a algunos más- que él no es el responsable de los muchos desaguisados ocurridos en el seno de su partido, especialmente los relativos al mangoneo, ha sido uno de sus logros. A Rajoy, pues, le viene al pelo el aserto de Mitterrand.

Eso, junto a otra faceta que también lo caracteriza: lo que muchos llaman dontancredismo. El otro día, sin ir más lejos, después de visitar al Rey en su casa de veraneo en Palma, les dijo a los periodistas que no piensa hacer nada en lo que a Cataluña concierne hasta después del 1 de octubre. Mejor dejar el marrón en manos de los jueces.

No hacer nada es muy saludable. Las autoridades sanitarias tendrían que recomendarlo usando parte del aparato publicitario que emplean para advertirnos de lo mal que lo vamos a pasar si seguimos con el bebercio y el fumeque, pero ya sabemos que prefieren que hagamos todo lo contrario, ejercicio, que nos movamos, que hagamos cosas. La molicie está muy mal vista. Hasta en vacaciones: no hay más que ver en verano a toda esa legión de tarados apuntándose a actividades que derivan en la epilepsia. Y en política es todavía peor: ¿Qué asesor permitiría a su candidato proclamar en un mitin: "Os prometo que no voy a hacer nada"? Pues igual acierta y gana con una mayoría absoluta aplastante después de que los electores reconozcan a alguien que, por fin, les entra con la verdad por delante.

Por lo que respecta a uno mismo, sólo esperar a que Eva, Pablo, Pepe, alguno de los dos Jesús o Juan Luis -yo me veo incapaz de hacerlo- acierte con los números un viernes por la noche. Entonces sí habrá sonado la hora de no hacer nada. Ni siquiera estas 62 líneas. Al estilo Bartleby... O al modo Rajoy.

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