Campo Chico

Alberto Pérez de Vargas

¿Qué hacemos ahora con el tren?

Me lo temía. Para los regidores socialistas del corredor ferroviario a Antequera, el aggiornamento –que diría Gramsci− o puesta al día, de tren y vías, no es un objetivo prioritario, ni siquiera importante. El silencio se ha apoderado de ellos, como en otro tiempo con conocidos próceres del Partido, cuando lo podían todo. Recuerdo cómo algunos compañeros de Instituto, que cuidaban los futbolines y la estancia del Frente de Juventudes, en aquel local de la esquina con Prim de General Castaños, frente a la Sevillana, luego hicieron carrera, entrenados como estaban en guardar silencio, en el PSOE, en Algeciras y en la comarca. Por eso llegaron tan lejos en la disciplina de Partido. El caso es que tendrá que ser el alcalde Ruiz Boix el que nos explique a qué se debe la actitud de los compañeros, pues dado a ironizar con su homólogo Landaluce, habrá de ser el que nos cuente por qué ahora ya el asunto del tren no preocupa a los socialistas del corredor ferroviario.

Entre la clase política el menos común de los sentidos no es el sentido común sino el sentido de Estado. Sobre todo en la izquierda, donde el dogma del pensamiento único está más arraigado. Por eso, lo evidente deja de serlo cuando conviene a la oligarquía dominante, y lo bueno se troca malo o, a lo sumo, regular si el fin lo justifica. Y por eso, el personal se queda patidifuso ante el digo diego donde dije dije. Hace nada se nos ha muerto Pepe Galán; para más inri en las puertas del Ayuntamiento. Pocas historias están tan llenas de sinsentidos como el contencioso de Botafuegos. Y al hombre se le parte el corazón cuando empezaba a ver la luz. Una historia para, vestidos de romanos, llevarla al circo de Mérida, o al de Bolonia, que está más cerca. O, por cambiar, tomar el “procés” de la Escalerilla –o Escalinata, que dicen ahora− en el que no hay color del espectro político que escape del esperpento.

Para los regidores socialistas, la puesta al día de tren y vías no es un objetivo importante

En San Roque andan viendo cómo hacer un agujero en un edificio protegido del casco histórico, el antiguo ayuntamiento. Quieren acceder al viario de la trasera del edificio, sirviéndose de una ventana cuya eliminación romperá la tradicional simetría de la fachada. Algo no muy distinto de lo que en Algeciras hicieron con el viejo Hospital Militar de la calle Convento, para hacerle una estancia a la Policía Municipal. Pero seguro que los ediles de San Roque nos lo explicarían, como lo harían con lo del tren. Y lo asimilaríamos, como lo hacemos con todas las cosas, para mantener las neuronas en un sano equilibrio

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