Carl von Clausewitz mostró desde niño una acentuada inclinación por lo militar. Ingresó a los 12 años en el ejército prusiano, convirtiéndose en oficial con solo 15. Con 25 fue nombrado ayudante del príncipe Augusto de Prusia y sin haber cumplido los 30 fue ascendido a mayor y nombrado profesor de Estado Mayor en la Escuela General de Guerra de Berlín. Desde su cátedra se dedicó a estudiar y analizar a fondo los conflictos bélicos, aunque solo fue tras su muerte (acaecida a los 51 años, al contraer el cólera mientras estaba al mando del ejército prusiano en la frontera de Polonia) que alcanzó repercusión al recopilar su mujer, la condesa Marie von Brülh, todos sus textos en un grueso tratado, titulado De la guerra, que pronto se convertiría en libro de texto obligado en todas las academias militares, alcanzando un reconocimiento comparable al de el otro gran clásico bélico, El arte de la guerra, del chino Sun Tzu.

Los avances tecnológicos en armas y equipamiento han convertido en desfasados los prolijos análisis de Clausewitz respecto a la planificación y el desarrollo de las batallas. La imprevisible fiabilidad de la artillería, el empleo de las armas blancas en el cuerpo a cuerpo o el decisivo papel de la caballería hoy serían factores intrascendentes ante la efectividad de los drones o los misiles teledirigidos. Sin embargo, inesperadamente los postulados de Clausewitz han resurgido en la reciente invasión de Ucrania perpetrada por Rusia. Una confrontación violenta, sin otro límite que el sometimiento del adversario a la voluntad de quien la declara y la constatación de que "la guerra no es más que la política llevada a cabo por otros medios", el axioma más conocido de Clausewitz. No obstante, en De la guerra no se contemplaba el hecho de que el resto del mundo viva el enfrentamiento con casi la misma intensidad que los contendientes merced a la exhaustiva cobertura que de él hacen los medios de comunicación que, subsidiariamente, convierten a la guerra en un espectáculo televisivo que supera al mejor reality show. Así en tiempos de Clausewitz la gente no podría haber hecho héroe, en menos de una semana, a Zelenski, el presidente de Ucrania, ni transformar en el mismo tiempo al líder ruso Putin en el más perverso de los villanos. Rusia de manera sorpresiva ha resucitado la invasión terrestre a gran escala, la guerra total de Clausewitz que -para desgracia de los soldados combatientes- tuvo su máxima expresión en la I Guerra Mundial. Bien haría Europa en hacer suya la vieja sentencia romana: Si vis pacem, para bellum.

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